El estado de vivaquear. Se nos da bien angustioso. Hacernos a la idea de persistir con cuatro palos y una navaja suiza en el campo raso urbano. Tiempos de buscarse el momio como en Sierra Morena. A este paso ni un respiro de venta de montes. Vaya con la alarmada democracia y el toque de queda y cornetín. Sólo nos faltan los serenos y las patrullas vecinales a falta de responsabilidad individual. Pero, caen cuatro gotas y se despobla Cenacheriland. Lluvia de mascarillas empapadas de IVA. El termómetro es el único que cumple, marca otoño o fiebre. Ganas de cobija embutida. Vuelven las chacinas, para el Banco de Alimentos recogida de macarrones, galletas, aceite y arroz. Para lo qué nos está sirviendo la transmutación digital es para andar alquindoi y muy informados de los meneos y aventuras de la cuenta corriente, los cargos de los recibos y los abonos que fertilizan los ánimos y las almas. No me quejo. No se queje. Ya se despejará. Este es el estado del estar en este octubre revolucionado al cubismo y surrealismo picassiano. Octubre extraño como nunca conocimos. Sin aglomeraciones. Con rebrotes del bicho. Mascando el polvo y las escamas del tiempo. Instantes inciertos. Sumidos en el estado del estar, del renacer y esperar a vacunarse contra la gripe mientras llega la otra, la que urge. Ser o no ser supercontagiador. Nos acercamos a los días de premios con celebraciones de abrazos mutilados. El año en que andamos agazapados, embozados y silentes, conjurando la neumonía bilateral. Acercándonos paso a paso al día de los difuntos ¿Cuántos muertos llevamos por la plaga? Ni idea. Funerales por videoconferencia. Atrapados en la covidchuela. Viendo los Ertes pasar. Este es el estado del estar en el que nos conformamos sólo con respirar y que hagan de nosotros lo que les de la real y decretada gana. Napoleón decía "que uno está más seguro de influir en los hombres y producir más efecto sobre ellos con absurdos que con ideas sensatas". Este es el estado del estate quieto y muévete a la vez, que no me entero, le digo. Pero llueve y tras la luz gris quedará agua para los pantanos, las cosechas y el grifo. Será noticia. El mundo sufre en este estado de corderil balar. ¿Seremos capaces de superarlo? Espero que sí, tenemos que contagiarnos de esperanza y ponernos en ello desde ya.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios