OTRA vez a manejar cuentas, estadísticas, comparar el año con los otros años. Informes, mociones, interpelaciones y declaraciones, ruedas de prensa. Papeles mojados, rayas en el agua. Estimar cuánta hay, cuánta gastaremos y cuánto nos costará. Llovió, ya no hay sequía, salvo la cíclica sequía de noticias de cada verano (mejor cuando es así, las cerdadas de nuestros talibanes con chapela han pringado de sangre las páginas del periódico). Así que, levantado el decreto que limitaba el consumo, los malagueños vuelven a atar los perros con longaniza y a alimentarlos con peras de agua. La demanda de nuevo se desmanda. En Málaga gastamos de media un 33% más de agua que en el resto de España y el 26% más que en el resto de Andalucía. Al final echarán la culpa a los abstemios, que para eso están.

Por primera vez en cinco años vamos a lavarnos los dientes sin sentimiento de culpa. Desde 2004 el nivel de los embalses bajaba y bajaba. Hasta ahora. Y resuelto un problema nos fijamos en otro, la imprevisión. El pantano de La Concepción no da abasto, aguanta todo lo que cabe. Y de vez en cuando hay que desaguarlo. No puede con lo que entregan los ríos Guadalmina, Guadaiza y Guadalmansa. Tiene delito porque nuestras vidas son los ríos que van a dar al pantano, que es el vivir. El diario Sur da cuenta del informe de José Damián Ruiz, de la Universidad de Málaga: no se acometen nuevas obras, nada de presas ni de desaladoras. Ideas y presupuestos por un tubo, pero ya está. Los técnicos proyectan y luego los jefes de obra no dan un palo al agua. Esperanza Oña, voz del PP en el Parlamento andaluz, se enfrenta a la última idea de la Junta sobre la cosa: la Ley Andaluza del Agua. Dice que el andaluz va a pagar un 30% más en la factura, que a quien no consuma se le exigirá un euro mensual por narices y que buena parte de la subida costeará los ordenadores, la fotocopiadora y los post-it de la Agencia responsable. Estoy medio de acuerdo con las objeciones de Oña. Cuesta imaginar a un andaluz que consuma menos de un euro al mes en agua. A mi juicio, quien no lo hiciese debería pagar una multa aun mayor por marrano. Que la factura suba un 30% -y no desconfío del contable que suministra datos a la portavoz- estará bien o mal dependiendo del valor que realmente tenga el servicio. En cuanto a costear una oficina que crece cuando llegan las crecidas, no puede sentar muy bien a un partido que se dice liberal -cuando no se dice conservador ni cuando se dice de centro, que eso es impredecible- ni a los principales consumidores: agricultores y empresarios que dependen del suministro como del beber.

Ya mismo cambiará el ciclo, se agostarán los brotes verdes y nos acordaremos de la abundancia. Y de la falta de una política previsora. Y de la Ley y la de la Agencia. Y de sus padres y sus madres. Eso debe de ser lo que llaman "el ciclo del agua".

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios