Luces y sombras

Antonio Méndez

Casi 100.000

DESPUÉS de varios meses con cábalas e informaciones contradictorias, al final el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, percibirá más de 97.000 euros al año por conciliar su puesto de senador con el de regidor. Ganará, por tanto, casi un tercio más respecto a los emolumentos que ingresa hasta ahora sólo por su responsabilidad al frente de la Casona del Parque. Tengo la convicción personal de que ésa fue la razón que de veras impulsó a De la Torre a dar ese paso, después de años de defensa propia y ajena de que las tareas municipales eran incompatibles con cualquier otro cargo. Pero no imagino al alcalde saliendo a la palestra para contarle a los ciudadanos que también él paga facturas y que, posiblemente, después de perderle dinero durante una década respecto a la paga que hubiera disfrutado en su puesto directivo como funcionario, ahora necesita ese pluriempleo para atender sus necesidades económicas.

Por contra, el discurso del munícipe ha sido que no sabía la cuantía que pasaba a cobrar, dando a entender que no se ocupaba de esas cosas mundanas y que su único deseo por alcanzar un escaño en la Cámara Alta y de desempeñar ahora la presidencia de la Comisión de Entidades Locales, con la que añade los 20.000 euros a su salario definitivo con el que se acerca a los 100.000, era luchar por el autonomía municipal y por Málaga. En la mayoría de los casos, el debate del dinero que ganan los políticos me parece hipócrita. No creo que la responsabilidad de un alcalde de Málaga equivalga a 68.000 euros. No me vale la comparativa con los 195.000 parados de la provincia. Ni tampoco que nadie les pone un pistola en el pecho. Como últimamente se han ganado a pulso que un porcentaje importante de la ciudadanía los considere un auténtico estorbo para el futuro de este país, "si son un mal necesario al menos que cuesten lo menos posible". Pero con este razonamiento se han colado dirigentes poco preparados justo cuando las exigencias de la sociedad y los problemas a que se enfrentan demandan a los mejores. Porque no a todos se les puede pedir que vivan la actividad pública como si fuera un sacerdocio.

A De la Torre debiéramos pagarle mejor y exigirle después. Y embargarle directamente el sueldo con gestiones como la de Art Natura.

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