El puchero

Teresa Santos

Para un mientras tanto

ISABEL, una de las empleadas afectadas por el cierre de Spanair y Newco, comentaba ayer que el aeropuerto de Málaga se está convirtiendo en los últimos tiempos en un lugar donde conseguir trabajos de fin de semana, donde las compañías están haciendo cada vez más habituales los contratos de 15 ó 20 horas dirigidos a estudiantes universitarios o a gente en paro, trabajos que no son como para ganarse la vida pero si "para mientras tanto". Si no tenemos cuidado con el concepto puede pasarnos como con nuestro modelo económico, que se acabe convirtiendo en un eterno "para un mientras tanto".

Es como si algo irracional dentro de nosotros se negara a aceptar que los problemas imprevistos forman parte de la vida, y que estos éstos nos tienen que coger bien pertrechados de valores y recursos. En los tiempos de las vacas gordas, aquellos en los que todos parecíamos vivir por encima de nuestras posibilidades, hubo gente inteligente que en lugar de consumir sin decoro, practicó un moderado ahorro. En los tiempos de las vacas gordas en torno a la especulación inmobiliaria, hubo gente, no mucha, que en lugar de buscar un dinero fácil y rápido, corrió el riesgo de iniciar una aventura empresarial innovadora. En los tiempos de las vacas gordas muchos decidieron dejar de comerse el coco con los estudios y se fueron a la construcción, mientras que otros, los menos, eligieron la formación permanente.

Desde luego, en momentos de crisis como los actuales, incluso los más preparados se ven en la necesidad de emigrar, pero los más preparados, también lo están para la dificultad, para aceptar la austeridad cuando toca y para resistir, que no es lo mismo que aguantar o conformarse.

Es grave, muy grave, que una crisis más, por muy cruda que esta crisis sea, pille a una sociedad entera con el sistema de valores por los suelos. Hay adolescentes que están pasando sin periodo de adaptación posible, de tenerlo todo a ver como en su casa no llega el dinero ni para la comida, de pedir y conseguir en un cumpleaños o en Navidad móviles de esos que cuestan 700 euros a no saber por qué el mundo se ha hecho gris de repente. Que un adolescente incapaz de dar valor a las cosas porque todo se le ha dado no entienda nada es lógico, pero lo que no tiene perdón es que a los adultos esta crisis nos deje con el disco duro fundido, como si no hubiera habido momentos terribles a lo largo de la historia, como si esta fuera la primera vez que la economía mundial entra en caída libre.

Parece que ya toca comprender de una vez por todas que la vida es dinámica y no hay seguridad posible que nos salve de contingencias inesperadas.

A Isabel, una trabajadora afectada por el cierre de Spanair y Newco, se le hace cuesta arriba dejar un empleo que le gustaba pero tiene claro que ha de buscar una salida, reciclándose y aprendiendo, emigrando o lo que sea necesario, todo menos esperar que las cosas se resuelvan solas y aceptar uno de esos trabajos de "para un mientras tanto".

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