Baile de máscaras

La sorpresa es que lo más excitante e impresionante para un político es, simplemente, otro político

Durante la Transición española hubo un libro de Fernando Vizcaíno Casas, De camisa vieja a chaqueta nueva que definió como ningún otro los continuos virajes de los políticos españoles en esos tiempos. Aquellos personajes que destacaban lo más mínimo pasaban a ser líderes de uno u otro partido, desde la derecha hasta la izquierda, autoconvencidos de que eran los mejores. Después de largos tiempos de incertidumbre e indefinición parecía que todo iba volviendo a su lugar y que nuestros representantes eran algo más estables en sus compromisos públicos. Pero parece que ha llegado la hora de un nuevo baile de máscaras, donde los candidatos y su pasado poco importan, y ahora toca llamar la atención y lograr mucho espacio en los medios de comunicación, que es lo que vende.

Atrás habían quedado los tiempos de Jorge Verstrynge, modelo del camaleonismo político español, con su viaje desde la secretaría general de Alianza Popular hasta su asesoramiento a Podemos. Sin embargo, hoy observamos como los partidos, tras años de vivir de su cantera, y especialmente de convivir con sus propios problemas internos, sienten una enorme desconexión social que les exige buscar más allá de sus fronteras. Lo normal es que en esa salida se optase por aquellas personas que han logrado el máximo beneficio para esta sociedad, ya sea desde las empresas, la investigación o la creatividad. Pero la sorpresa ante los últimos acontecimientos es que lo más excitante e impresionante para un político es, simplemente, otro político, sea del color que sea. Esta idolatría entre ídolos es la mejor definición de casta que nadie ha logrado encontrar, lo que nos puede llevar en poco tiempo no ya al bipartidismo, sino a un consejo de ancianos que vele por toda la sociedad.

Entre los devaneos del socialismo con la alcaldesa de Podemos por Madrid, Manuela Carmena, y los guiños de Ciudadanos con el ex primer ministro socialista francés Manuel Valls, los movimientos pendulares están servidos. A este paso los estrategas de Podemos tendrán que recalar en los candidatos populares y estos últimos en los de Ciudadanos, para cerrar el círculo. Al final esto no es más que el juego de la silla donde, como todos sabemos, siempre hay uno que se queda sin ella, ¿quién será esta vez?. Como diría el matemático polaco Jacob Bronowski: "formula una pregunta impertinente y estarás camino de la respuesta pertinente".

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