Editorial

Barómetro andaluz: descontento y cambio

TODOS los sondeos de opinión realizados en Andalucía durante los últimos años han venido a coincidir en detectar, por un lado, un creciente malestar de los ciudadanos con respecto a una situación económica de grave crisis y una situación política de estancamiento y rutina, y por otro, el mantenimiento de la distancia electoral entre el partido hegemónico en la comunidad desde el umbral de la autonomía (PSOE) y el principal partido de la oposición (PP). El Barómetro Joly, que por su solvencia y continuidad constituye una herramienta demoscópica insustituible en Andalucía, arroja en su edición de otoño de 2009, cuyos resultados publicamos hoy y mañana, un cambio notable en relación con la serie histórica que le precede. Es cierto que los parámetros globales del sondeo se mantienen: los andaluces se quejan mayoritariamente de la situación económica -aunque confiesan que les va mejor en su economía personal de lo que piensan sobre la general-, rechazan la subida de impuestos decidida por el Gobierno de la nación y la utilidad del Plan E como remedio frente a la crisis y valoran por debajo del aprobado al Gobierno autonómico, incluyendo a su presidente. Lo novedoso es que, por vez primera, el desgaste de los gobernantes socialistas quiebra el respaldo mayoritario a esta opción política que ya dura tres décadas en Andalucía. De acuerdo con la estimación de voto en unas hipotéticas elecciones andaluzas que se convocasen a día de hoy, el Barómetro pronostica un virtual empate técnico entre las dos formaciones mayoritarias: un 42,7% para el PSOE y un 42,2% para el PP. Este equilibrio de fuerzas es insólito desde 1996 en el panorama político andaluz y obedece a un aumento de las expectativas electorales del Partido Popular, pero sobre todo a una fuerte disminución de las del Partido Socialista con respecto a los resultados realmente obtenidos en las elecciones de 2008. En este aspecto, el sondeo, que no tiene otro valor que el de ser una cata del estado de la opinión pública en este momento determinado, parece reflejar un intenso malestar con la política del Gobierno de la nación, como fondo, y el descontento con la actuación de la Junta de Andalucía en los últimos tiempos. A la vez, hace abrigar a la oposición de centro-derecha la ilusión de que en esta legislatura se está materializando, al fin, la posibilidad de construir una alternativa capaz de imponerse en las urnas.

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