Al final, como decía el clásico, todo es cuestión de creérselo. El Ayuntamiento ha decidido que es buena idea entregar de manera gratuita a Fusionadas, sin contraprestación alguna y por 75 años, una superficie valorada en 750.000 euros y situada en la Plaza de Camas, área sensible del centro histórico donde las haya, para que la cofradía construya en la misma su nueva casa hermandad. Por razones evidentes, la agrupación merece y debe tener su sede en el centro. Y resulta lógico que el Ayuntamiento intervenga para facilitar el asunto al tratarse, insisto, de semejante enclave. Pero, ¿por qué razón tiene que ser gratis? ¿Por qué no manifiesta la cofradía un compromiso a cambio, al tratarse de un suelo que, si viene cedido por el Ayuntamiento, corresponde a todos los malagueños? ¿Por qué el Ayuntamiento no exige nada, sin ni siquiera una mención al hecho de que es la ciudad, entera, creyente o no, cofrade o no, la que hace entrega de la superficie y, por tanto, del importe de su valoración? A uno se le queda casi siempre cara de tonto cuando paga religiosamente servicios municipales que no disfruta o que no funcionan. O cuando el Consistorio gasta bromas como la exigencia a quienes tenemos perros debidamente identificados y a quienes no ensuciamos la calle de apoquinar 35 del ala, a la salud de quienes lo dejan todo perdido, para una nueva identificación que no va a servir de nada. Pero más cara de tonto se te queda cuando resulta que el Ayuntamiento dispone de bienes tan elevados como para ir regalándolos por ahí alegremente. Eso sí, como decía otro clásico, un beso de amor no se lo dan a cualquiera: imagino que para ser destinatario de tal generosidad habrá que ser hermano pasionista de Antonio Banderas. La contrapartida, afirma la cofradía, vendrá a través del trabajo social que desarrolla, sin duda digno de reconocimiento. Pero cabe recordar que hay otras organizaciones que realizan actividades similares en atención a colectivos desfavorecidos y que pueden esperar de la municipalidad, como mucho, un local en el Molinillo o en Cortijo Alto. La mayoría, ni eso.

Eso sí, si algo despierta mi curiosidad es el beneplácito general con el que ha sido recibida la medida. A los que pusieron el grito en el cielo contra el dichoso hotel de Moneo, allí al ladito, no parece importarles mucho que se allane el camino para la elevación de un edificio de veinte metros, con el consecuente impacto visual en pleno corazón de la ciudad. En el acto de cesión de la parcela de hace unos días estuvieron presentes, además del alcalde, los portavoces del PSOE y de Ciudadanos, quienes dieron su bendición al proyecto con entusiasmo propio de obispos contrarreformistas. De modo que sí, Málaga entiende que no hay leones en este circo, y seguramente es así. Siempre he defendido el derecho de las expresiones religiosas, también las cofrades, a tener su presencia en el espacio público. Pero sigo echando de menos más elegancia en estas cosas. Lo público es de todos y ahí los gestos nunca son suficientes. Su ausencia imprime un aroma a barra libre que, la verdad, no hace favor alguno a nadie.

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