DESDE el principio se intuía que cuando el PP de Mijas hincó su rodilla en la tierra para entregar la vara de mando de la localidad a Ciudadanos, la tercera fuerza en votos, lo hacía sobre terreno resbaladizo. Pero no ha habido que darle ni los cien días de rigor para evidenciar que los políticos, los nuevos y los de siempre, llevan muchas mochilas a los acuerdos y que a todos gusta rodearse de los suyos ¡Qué poco duran las parejas modernas!

El detonante del conflicto ha sido el nombramiento como jefe de policía local de un candidato que había sido destituido el año pasado -y vetado- por el anterior alcalde. El policía Rosas se paseó en campaña de naranja, pidiendo el voto para Ciudadanos como antes lo había hecho por el Partido Popular. Pero no piensen que éste es un tema de inquinas personales; como tampoco lo fue que en las primeras negociaciones para apoyar a la lista del PP, C's pusiera como condición indispensable la renuncia de Ángel Nozal. Eso fue antes de que, con un ojo puesto en el consistorio mijeño y otro en la Diputación, los populares se resignaran a ser simplemente el socio de gobierno de Juan Carlos Maldonado, a pesar de que habían obtenido once ediles y estos sólo cinco. Con este órdago se llevaron de calle la oferta que le habían hecho los socialistas de turnarse en la alcaldía. Es el poder de los partidos con ideología a convenir y que han sabido ver la enorme importancia que tiene ser bisagra en los gobiernos locales. Si el actual pacto se rompe, siempre pueden tocar a la puerta de sus conocidos del PSOE para retomar la alternancia en el poder. Y es que no sólo el jefe de policía ha ido reubicándose políticamente, Maldonado militó durante años en las filas socialistas y fue concejal por dicha formación en la localidad -hasta que lo abandonó al perder las primarias-. Y ambos han sido recogidos por Ciudadanos.

Esta tensión, después de que Maldonado retirara todas las competencias a Nozal y le acusara de querer ejercer como alcalde en la sombra, se suavizará estos días. El próximo lunes se constituye la Diputación de Málaga, donde los populares cuentan ya con el voto a favor de los representantes naranja, y ambas formaciones han insistido en que es un pacto con raíces sólidas. Esperemos que no hayan tomado el experimento de Mijas como modelo.