Bocanadas de julio

Aquí venteamos todas las debilidades en aras de una transparencia cainita; es la desconfianza

Como peces fuera del agua. Asfixiados. Nos falla la circulación de trolley. Con las inciertas vacaciones y vuelta al cole concertada. La manía de tener esperanza en poner unos cuantos puertos de montaña por medio y respirar otras paredes. Raro estío sin fiestas ni ferias. Espectáculos con público escaqueado como piezas en un tablero de ajedrez de palacio con fantasmas. Jaque al guitarra, de qué come la actriz, jaque mate al turista. "Eres tonto Simón y no tienes solución" cantaba Santiago Auserón en el álbum Un país en llamas. No seré yo quien añada más leña al fuego. Cosas de la celebridad por accidente. La leyenda negra nos la aliñamos muy bien solitos. No aprendimos de la mala fama, del sambenito de la gripe española. A este paso el Covid-19 dejará la sensación de que surgió en Barajas en vez de Wuhan. Y lo más viral: no nos fiamos de nada ni de nadie. Crecimos con que el siglo XXI era como nos lo pintaban en las series de dibujos animados de Hanna Barbera: Los Supersónicos. Estamos más cerca de Los Picapiedra con Pedro y Pablo acelerando el troncomóvil oficial. Respecto al veto de turistis allende los euros, el cuarentenazo de ingleses, franceses, alemanes y pastores belgas, la jugada se ve de lejos. También tienen la tarjeta de embarque detrás de la oreja. De la misma forma que a los españolitos nos reclaman el gesto patriótico de dejarnos la paga extra en destinos nacionales, los guiris barren para casa. Esconden sus miserias y contagios debajo de la alfombra, dejan que el muerto lo carguemos en esta Spain is different. Aquí venteamos todas las debilidades en aras de una transparencia cainita. Es la desconfianza. Es la política de la comisión de expertos fake. Ayer he visto un spot en la tele invitándome a visitar Lérida. Con estas tribulaciones y falta de aliento de tanto respirar mascarilla, la idea de regresar al confinamiento pone el teletrabajo de punta hasta al que no lo tenga. Y ni le cuento cómo está el personal de atención al público en el comercio de cercanía. Agotados de tanta tensión. Temerosos de pillar el bicho y contagiar a su familia. Como los sanitarios, y los cuerpos de seguridad. Últimas bocanadas de julio. Veremos si, cuando servidor regrese en septiembre seguimos a por uvas. Si habrá vendimia. Espero estar aquí para contárselo, en Cenacheriland.

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