Bravo Múgica

Un partido nunca te puede exigir nada ilegal, ni inmoral, ni indigno y en esta ocasión todo ha ido demasiado lejos

El 6 de febrero de 1996 un pequeño vio como su padre era asesinado por ETA. Es algo que nadie tiene derecho a sufrir pero que, entre el claro compromiso de su padre con el socialismo en el País Vasco y la tremenda cobardía de unos pistoleros que decidían quien debía vivir, tuvo lugar aquella terrible mañana. Desde el asesinato de Fernando Múgica hasta hoy su familia ha sido un ejemplo de trabajo constante por su país y por sus antepasados, dando a la política sentido ante los que no lo tienen. Cabe recordar como su propio hermano, Enrique Múgica, sería años más tarde Defensor del Pueblo para toda España en un acontecimiento que no tenía precedentes: un miembro del Partido Socialista era nombrado para este alto cargo por un gobierno del Partido Popular. Parecía que por entonces la democracia cobraba sentido y los partidos de ideas diferentes elegían a sus antagonistas para ser vigilados, pero el tiempo nos ha revelado como ese gran paso institucional tenía los días contados.

Esta semana hemos podido ver, entre el horror y el desprecio, como la secretaria general del Partido Socialista de Euskadi preparaba la cena de nochebuena, entre risas y felicitaciones, con el propio Arnaldo Otegui. Y en esta comparsa también participaban representantes de Podemos y del PNV. Ahora es fácil de entender las palabras que dirigió al PSE la madre de Joseba Pagazaurtundua, otro miembro de ese partido asesinado por los correligionarios de Otegui: "Patxi, dirás y harás muchas más cosas que me helarán la sangre". Probablemente presagiaba estas inconcebibles muestras de afecto entre los asesinos y sus victimas, cuando los primeros nunca se arrepintieron del terror causado. De ahí que cada día que pasa Pedro Sánchez al frente del gobierno con el apoyo de EH Bildu es una herida abierta, por donde los votos y los sueños de muchos socialistas se marchan entre el desencanto y la indignidad.

La decisión tomada por José María Múgica, hijo y testigo del asesinato de Fernando, pidiendo la baja de militancia del PSE es de una coherencia que le honra. Un partido nunca te puede exigir nada ilegal, ni inmoral, ni indigno y en esta ocasión todo ha ido demasiado lejos. Porque cuando el presidente del gobierno justifica la naturalidad de estas imágenes, ¿qué sentido tiene continuar en un partido que se acerca tanto a los asesinos de tu propia familia? Probablemente ninguno, y de ahí el adiós.

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