Breve balance humano

Aún quedan demasiados rincones de irracionalidad que el futuro veremos si termina por resolver

Por señalar un punto de partida en el proceso de las condiciones para la aparición, la existencia y la vida de los humanos, se puede decir que todo empezó cuando, a comienzos del período que los geólogos llaman el Terciario o Cenozoido ("animales nuevos" o "era de los mamíferos", al desaparecer los dinosaurios), hace unos 60 millones de años, "descendieron las temperaturas, las precipitaciones fueron remitiendo y las sabanas y las praderas se extendieron". Estos y otros cambios, desde ese período hasta hoy, afectaron a cuantiosas especies animales y también y mucho a los primates, los simios y luego los homínidos. Homo Erectus (ya erguido y con las manos disponibles), Antecesor, Neandertal y luego nosotros, Cromañón, que acabamos dueños de todo, tras eliminar a los otros humanos. Y así echamos a andar.

Interpretar el mundo para saber cómo comportarse eran las dos variables en la que había que fundamentar la vida humana. Averiguar en qué consiste la realidad, por qué pasan las cosas que pasan, en orden a saber qué decisiones había que tomar en nuestro beneficio y cuáles en evitación de los posibles perjuicios era indispensable para sobrevivir. Y aunque acertar en ambas cosas (entender y actuar; entender para actuar) era muy difícil, poco a poco fuimos manejándonos, apoyados en la herramienta de la mayor inteligencia, comparada con de los demás vivientes. Inventos útiles y la elaboración de doctrinas fueron las parihuelas en las que nos apoyamos para seguir por aquí y no desaparecer. El problema estaba en la escasa consistencia teórica de estas interpretaciones, a pesar de su, en ocasiones, utilidad. Hoy llamamos mitos a esas proposiciones y entendemos, según el mundo occidental, que fue en Grecia, alrededor del siglo VI, cuando empezamos a abandonarlas y a poner la razón encima de la mesa. Empezó la filosofía y el saber científico, por racional, cuando pasamos, según opinión general, desde el mito al pensamiento, a la razón. Y en ello andamos. Desde entonces todo nuestro esfuerzo no es sino una pugna entre el mito o leyenda sin fundamento, y la razón o pensamiento libre de prejuicios. Como es natural, progresivamente vence esta última pero aún quedan demasiados rincones de irracionalidad que el futuro veremos si resuelve. Tal vez algunas de las siguientes especies humanas que seguirán, la próxima de las cuales ya tenemos encima.

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