Caminar sin papeles

Esta semana hemos visto el avance del paro y cómo la caída del turismo nos devuelve a cifras de hace cuarenta años

C AMINAR más despacio, sobre todo si hay agua por la calle. Evitar los resbalones y andar sin leer papeles a la vez. Es una de las reflexiones que le sugiera este pasado 2020 al alcalde de Málaga. Una metáfora completa, si pretendemos leer entre líneas. Posiblemente pura literalidad, si se conoce al personaje y su afán por apurarle los minutos a la vida.

El regidor, en cuarentana por el Covid, como viandante no es del estilo del que avanza con la misma rapidez que también consulta y devuelve los mensajes del móvil. Costumbre de generaciones más actuales. Pero no es descartable que aproveche sus tránsitos viarios para aprenderse los nombres y apellidos, los cargos y hasta la historia de los protagonistas que luego recita sin pestañear en el siguiente acto público al que acude. Para asombro de la audiencia.

Francisco de la Torre sufrió una caída o un golpe que, semanas más tarde, le provocó un accidente cardiovascular. Se operó y lo ha "superado", pero no olvidado, como le confiesa en la entrevista de Sebastián Sánchez que hoy publicamos. El regidor se siente ahora más útil que nunca en su desafío para afrontar esta crisis. Aunque dada su personalidad, propensa sólo a fiarse de sus conocimientos y sus percepciones, es difícil que renuncie a ese hiperliderazgo que siempre ha exhibido para buscar el apoyo en su equipo, del que tradicionalmente nunca se ha fiado. Salvo en contadas excepciones. Tampoco suelen llevarle la contraria porque ya conocen que, además de inútil, es casi imposible doblegarle la voluntad.

Más alla de los graves daños de Filomena, esta semana conocimos que el paro en Málaga aumentó un 32% el año pasado. Casi un 28% en la capital, la localidad más poblada. El desplome del sector turístico retrotrae a unas cifras de hace cuarenta años. Un 71% menos de visitantes y unas pérdidas de más de diez mil millones de euros. Casi suena a broma cuando el munícipe explica que han aportado como solución, consciente de que sirve de poco si no llega nadie, el test de antígenos "para que el personal de hoteles y restaurantes ofrezca espacios de seguridad".

Es cierto que los ayuntamientos carecen de los recursos necesarios. El de Málaga ciudad, por ejemplo, acaba de perder 50 millones por el descenso de los pasajeros en los autobuses. Pero en las actuales circunstancias, habría que exigirle algo más a los dirigentes locales que el catálogo de quejas habituales. Está muy bien reclamar a la Unión Europea que hagan más esfuerzo en innovación. Al Gobierno de España que destine fondos para acometer determinadas transformaciones, que desconozco si resultan ahora muy urgentes. Igual se necesitan otros papeles pero posibles. Y que los alcaldes los lean sin caminar.

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