Siempre me sorprendían las películas en las que el hijo de los protagonistas participaban en concursos de debate en el instituto como si aquello fuera el deporte nacional. Además, nunca sonaba a asignatura optativa coñazo, los chavales se lo tomaban como si aquello fuera ganar una medalla olímpica. Ahora, con la Eurocopa, en España sucede algo parecido. Solo que el concurso no va sobre debatir, sino sobre tener la razón, criticar o discutir. Más que debates, conversaciones de váter.

Vaya por delante que yo no daba un duro por llegar más allá de octavos vista la actual generación. Hemos necesitado que confluyeran muchos de los mejores futbolistas de nuestra historia para lograr la triple corona, y la actual generación es de buenos jugadores, pero no de estrellas. Así que ese listón me parecía lógicamente exigible. Sin embargo, el día que Luis Enrique ofreció su convocatoria, entre sus argumentos y el odio nacional que se generó, decidí subirme al barco incondicional del luchismo.

Luis Enrique es la auténtica estrella de este equipo, no hay más que ver cómo los jugadores celebran con él, cómo hablan de él. Y mientras ha ido sorteando rivales, obstáculos y críticas, se ha plantado en semifinales de la Eurocopa callando bocas. Porque en España somos campeones de Europa en aparatos digestivos que empiezan y acaban en el mismo sitio. Campeones en tener razón y no darla. En no escuchar los otros argumentos si no coinciden con los nuestros. Campeones al escondite de manos tras una lluvia de pedradas. Campeones, por supuesto, en memes y en ser haters, porque además desde pequeño la tele y las personas que hablan más de lo que escuchan nos inculcan que triunfa el que más chilla o más cacarea, aunque sea con palabras vanas. Y todos esos campeonatos, además, quedan enmarcados con números de récord si se vertebran a través de las redes sociales.

Si la Selección Española no se lleva la Eurocopa, habrán ganado los expertos en losabía, la todología es otra disciplina que dominamos a la perfección. Si acaba triunfando en Wembley, cientos de miles de españoles harán suyo el éxito y lo celebrarán a bordo de un barco que intentaron agujerear y que quisieron pintar de Titanic antes de zarpar. Y cuando estén a bordo, los que defendían la España de Luis Enrique a pies juntillas querrán echarlos del barco por no haber apoyado en su momento. Porque sí, España también es campeona de Europa del rencor. Será porque en este país el español se ha acostumbrado a no ganar para disgustos.

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