ASÍ estamos los malagueños, caninos. Y no como el animal sino a la cuarta pregunta, sacudiendo telarañas, sin peculio, sin parné, sin guita ni efectivo, pasando estrecheces y viendo, en muchos casos, cómo el hambre pasa por la puerta cuando no entra.

Vean a lo que me refiero: Hacienda puso el lunes a disposición de los contribuyentes el borrador de la declaración de la renta y en las primeras horas se colapsaron los ordenadores por el elevado número de demandas que tuvieron. El sistema automático de envíos recibió más de 1.000 peticiones por minuto frente a las 600 para las que estaba capacitado. El primer día murió de éxito. El primer día murió de necesidad, añadiría yo.

Y es que los españolitos de a pie andamos locos a la espera de que la declaración nos salga negativa y, si tenemos suerte, nos devuelva algo con que ayudar a subir lo que nos falta de cuesta de enero, que este año ha sido cordillera y en Semana Santa aún no hemos llegado. Se cursaron casi un cuarto de millón de borradores y como anunciaron que nos devolverían 11.000 millones de euros, ¡zas! , el lunes nos lanzamos a consultar la petición con la misma devoción y esperanza que si fuera el euromillón o el gordo. El resultado: colapso y sin premio.

Pero hay que valorar el esfuerzo realizado este año por las autoridades fiscales. Hacienda se ha portado casi como una madre con nosotros. Severa, pensarán algunos, pero madre al fin y al cabo, que nos ayuda haciendo los deberes de la declaración. Y si no quedamos satisfechos podemos acudir al padre, ese programa informático que nos guía por los oscuros vericuetos de nuestra renta y al que yo tampoco entiendo.

Y no solo los ciudadanos estamos caninos. Sobre todo lo están las instituciones. Últimamente han recaudado menos en concepto de IVA, IRPF, impuestos de sociedades, impuestos del tabaco, operaciones inmobiliarias y un largo etcétera. Por ello la búsqueda de recursos está haciendo que se escarbe en lo más profundo de los cajones y se mire con lupa cualquier transacción que signifique dinero. Esto está bien y forma parte de una buena gestión administrativa, pero lo están haciendo todas de golpe y en nuestras costillas. Así que háganme caso: miren sus buzones con regularidad, revisen las declaraciones de la Renta de años anteriores, estén atentos a sus facturas de IVA, conduzcan con enorme cautela y no aparquen en segunda fila. Están al acecho y te puede saltar un guardia o un inspector de Hacienda en cualquier esquina.

Cinismo viene del griego Kinkinos, que significa perro. Diógenes fue uno de los primeros cínicos que tuvo una vida canina apartada de todo lo material. Estamos caninos y el cinismo, precursor del anarquismo, campa a sus anchas.

Ejemplo de cinismo es el mencionado por Quevedo en Doctrina para morir, donde dice que "muchas veces no he cenado ni comido… haciendo creer que el hambre canina era ayuno voluntario". Pues eso. Carpe diem.

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