No le queda otro camino a la derecha que recomponer sus tres pedazos en un acuerdo para desalojar al PSOE de la Junta de Andalucía. Los votantes socialistas que han optado por la abstención seguramente no le darían una segunda oportunidad de repetir estos resultados, una vez consumado su castigo y a la vista del pernicioso efecto que ha posibilitado la irrupción en tromba de los extremistas de Vox.

La sonrisa que exhibe desde la noche del domingo Juanma Moreno Bonilla, el aspirante a presidente andaluz del PP, es el fiel reflejo del vía crucis interno que ha sufrido estas últimas semanas, sabedor de que estaba más fuera que dentro. Más angustia si cabe en Elías Bendodo, el líder popular malagueño, y el dirigente que más se fajó para impedir el triunfo de Pablo Casado. Con su sentencia dictada en Madrid a la espera de oportuna ejecución y acorralado en la capital, donde el alcalde Francisco de la Torre rechaza llevarlo de número 2 en su candidatura municipal, el panorama también se le aclara momentáneamente. El salto al Gobierno andaluz junto a su amigo y compañero de fatigas, desde luego ya no sería una huida sino formar parte de un gabinete para la historia reciente de Andalucía.

Y aunque el regidor malagueño considere que su sola presencia puede aportar nueve puntos más en los comicios de mayo, respecto a los resultados que su partido ha cosechado ahora, las orejas de este lobo ya no pueden engañar ni a Caperucita. Ciudadanos se le sube a las barbas y si los sondeos propios le dan opciones reales de convertirse en primera fuerza, seguramente buscarán un candidato con más empuje para obtener ese plus. El ejemplo de Javier Imbroda muestra el camino.

Los socialistas de Málaga han decidido morir con las botas puestas del aparato. Sí, han sido el partido más votado, pero bajar de cinco escaños era una catástrofe impensable. Por eso en ese puesto figuraba el secretario regional de Política Municipal, Francisco Conejo, que ha acabado estampado al intentar dar el salto al Parlamento. No era un buen cabeza de lista para unas elecciones autonómicas José Luis Ruiz Espejo, un eficiente gestor y magnífico colaborador en la sombra. Pero con poco carisma político para soportar el peso de esa candidatura. Los intereses de familia que desde hace años rigen los destinos del PSOE malagueño lo auparon a secretario general. Ahora le toca reaccionar.

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