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Casado en su laberinto

Desde luego, el liderazgo del actual presidente del Partido Popular no está siendo un camino de rosas

Desde luego, el liderazgo del actual presidente del PP no está siendo un camino de rosas. Es una carrera de obstáculos en la que muchas de sus dificultades proceden del fuego amigo fabricado por su propia formación, que va desde la untuosa sombra de la corrupción, de la que no consigue liberarse, hasta los envenenados consejos de su benefactor Aznar, que fundamentalmente le aportan inseguridad. En este capítulo de dificultades internas la actitud de la presidenta de la Comunidad de Madrid no ha sido un elemento menor. Desde el principio ha intentado tener un discurso propio y diferenciado, tratando de distinguirse del resto de presidentes del PP en temas tan trascendentes como la lucha contra la pandemia. Con excesiva frecuencia se ha dedicado a lanzar mensajes a todos los españoles, persiguiendo construirse una imagen de relevancia nacional en detrimento de la figura del presidente de su partido, que en ocasiones se ha visto forzado por ella a adoptar posiciones en las que no se ha encontrado cómodo.

Ante el conflicto desencadenado por la convocatoria de elecciones en la Comunidad de Madrid da la impresión que, una vez más, Pablo Casado se encuentra arrastrado por la inercia desencadenada desde la sede del gobierno regional. No parece que en este envite el líder popular tenga mucho que ganar y sí bastante que perder. Si la convocatoria no prospera por las mociones de censura presentadas, se puede perder el gobierno de la institución más importante que los populares gobiernan. Pero si la convocatoria sigue adelante, la situación para Casado es aún más compleja. Pues además de poner en riesgo la institución, ante la eventualidad no descabellada de perder, la campaña electoral le va a obligar a ir al rebufo de su compañera Ayuso y, lo que es peor, a ceñirse y defender un discurso de una derecha dura, cargada de aires y gestos trumpistas, como los que ya, desde el primer día de la convocatoria, están apareciendo. Todo ello para que, en el mejor de los casos, se instale en la Comunidad de Madrid un nuevo gobierno con Vox como único apoyo y por tanto muy lejos de la pretendida imagen de moderación que intenta proyectar. O sea que, ante este nuevo envite electoral, se vuelve a esfumar el prometido y nunca iniciado viaje al centro, enterrando los planteamientos de moderación y tolerancia con lo que el dirigente nacional se queda de nuevo sin estrategia y sin encontrar la salida del laberinto en el que está metido.

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