Cuchillo sin filo

francisco Correal

Cenizos

EL Miércoles de Ceniza comienza la campaña electoral de los comicios de la Primavera, la consagración de Carpentier, la estación de Vivaldi, las aguas mil y el florido mayo. Una hoja de ruta paralela a la primavera política, volverá a reír y también a llorar la primavera de esta política otoñal, aunque las listas del 22-M, domingo de pregones, están llenas de novedad y bisoñez. Adiós a Griñán, a Valderas, a Javier Arenas, al menos en los primeros nombres del elenco.

Terminó el Carnaval y empieza la Cuaresma. Con la ceniza, vuelve la Liga de Campeones. Los que van a perder te saludan. En el argot balompédico, al margen de las encuestas, todos están vivos en las tres competiciones: autonómicas, municipales y las generales. Amén de las andaluzas madrugadoras, que convocó Susana para adelantarse a la Casta, y de las catalanas, que podrían tener el regalo heráldico de una final de la Copa del Rey disputada entre los dos equipos de Barcelona, la ciudad a la que tanto amó el abuelo del Monarca.

Lo que gana en los partidos oficiales, lo pierde en los entrenamientos. Es el drama del PSOE. Hace honor a sus siglas. Partido por la mitad, socialista en el ideario, recipiente de los nuevos obreros, la clase media que de enterradora del capitalismo, como predijo Marx, se ha convertido en oficiante de su propio funeral proletarizándose. Pero lo que nadie le puede discutir al por ahora primer partido de la oposición, subcampeón con la guasa de los argentinos, es su condición de español. Nadie atesora tanta españolidad en sus timoneles. Primero gobernó González, después del paréntesis de Aznar lo hizo Rodríguez (Zapatero), lo intentó sin fortuna Pérez (Rubalcaba) y ahora, si le deja Díaz, librándose de Gómez, lo intentará Sánchez.

La izquierda asimétrica de Pedro y Pablo, el maleficio de los Picapiedra. Divide y vencerás, hace sus cuentas el registrador de la propiedad Mariano Rajoy Brey, el pontevedrés que tiene en las andaluzas y en las municipales unos simulacros de cuartos de final y de semifinales de la gran final del Falla de los comicios generales. No ganar sería mucho más que perder: por primera vez en la democracia, un gobernante sería apeado en la primera legislatura, rompiendo la tradición de los catorce años de Felipe, ocho de Aznar, ocho de Zapatero.

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