Letra pequeña

jAVIER NAVAS Baena

¡Chooof!

NO solo Twitter es un invento del diablo: también lo es Google Earth. A Francisco Conejo le iban las cosas bien; portavoz del PSOE en la Diputación, secretario de acción política en la primera baronía del partido, muy cerquita de Susana Díaz... Después de varios años estrellándose en el intento de que los socialistas malagueños sacaran un buen resultado en las elecciones, por fin han remontado; aunque atribuirle los méritos a Conejo y no a Rajoy podría considerarse un notable fallo de percepción. Díaz lo recolocó y ahora es el "número tres" del PSOE-Andalucía. Lo último que esperaba era una querella por prevaricación, a cuenta de una piscina supuestamente sin licencia. En realidad consiguió la licencia cuando ya llevaba un par de julios remojándose: las fotografías aéreas lo han delatado.

Alguien lo denunció en su momento y quedó en nada. Ahora vuelven a denunciarlo, destacando que cada vez que la obra maldita avanzaba coincidía con un alcalde socialista en Rincón de la Victoria, donde Conejo tiene el cortijo. El hombre dice que ningún vecino se le ha quejado. Una disculpa enternecedora. No será tan ingenuo el portavoz, el secretario de organización, el secretario de acción política, como para creer que esto es cosa de un vecino.

Lo que vengo a decir es que el político Francisco Conejo no acaba de llegar al negocio de la política, sabe que la vigilancia a la que se somete a una figura pública -del Rey a la Pantoja- es estrechísima y no puede permitirse el leve desliz que comete todo el que se mete en obras: pedir la licencia y empezar a hacer mezcla antes de que se la concedan. Conejo tendrá infinidad de enemigos, o sea, ni más ni menos que cualquier prócer (el diario Sur señala que las denuncias provienen del ambiente del conflictivo alcalde Abdeslam Lucena) y lo crucificarían si soplase y le sonara el alcoholímetro. No hay sitio para los candidatos cándidos. Ese chistoso edil madrileño no dijo nada que no se escuche en un botellón: quizá tecleaba desde uno, pelín contentillo. Pero lo dejó por escrito, a la vista de cualquiera, demostrando un desconocimiento de las potencias de la letra impresa indigno en un concejal de cultura. Lo excusan que todavía nadie ha asimilado cómo funcionan las redes sociales y que por entonces era portavoz en su casa a la hora de comer. Pero Conejo no podía actuar como si se acabara de caer de un guindo... a una piscina vacía.

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