CIERTA clase política ha llegado a tal grado de abyección que ante el vergonzante espectáculo de alcaldes, concejales y empresarios haciendo el paseíllo camino de la prisión lo que más le preocupa es observar las manos de sus conmilitones para comprobar si van esposados o no. El hecho de que un chorizo de un partido determinado sea exhibido con grilletes y el del contrario no, es motivo suficiente (el único) para organizar una encendida bronca no sobre la deshonra de contar en sus filas con semejante sujeto sino sobre el supuesto trato diferente que ha dispensado la Policía o el juez a los malhechores. Como si el hecho de ser delincuente sin esposas supusiera un atenuante moral. No les preocupa tanto si esos pares de manos sucias (libres o esposadas), manos que durante muchos días estrecharon con una fruición fraternal, han rebuscado en las arcas municipales, han desviado dinero a paraísos fiscales o han sancionado cohechos. No, no hay aún arrepentimiento. En la disculpa del grillete hay más bien una velada comprensión, de complicidad y de compañerismo no extinguido hacia el ladrón. Algunos periódicos celebraron ayer, como un signo de normalidad, que el alcalde de Santa Coloma, su concejal de Urbanismo y los dos ex altos cargos de Pujol comparecieran esposados en la Audiencia Nacional igual que otros cuatreros del PP.

Ya hemos hecho justicia!