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Postales desde el filo

'Christma' navideño

Pese al ambiente apocalíptico vivimos en un país bastante mejor del que se podría deducir de las noticias

Como está tan cerca la Navidad, que cuando este periódico llegue a sus manos estarán los niños de San Ildefonso cantando la Lotería, su espíritu aconseja dejar de lado ciertos temas. Aunque lo suyo sería reflexionar sobre si celebrar el consejo de ministros en Barcelona, y entrevistarse con el presidente de aquella comunidad autónoma, puede considerarse un paso hacia la distensión o una rendición del Gobierno ante los enemigos del Estado. O si, como le decían los manifestantes tras propinarle una paliza a un periodista, ¡es que venís a provocar! O dilucidar, por otro lado, si Vox es o no un partido de extrema derecha, aunque tal duda ofenda a sus dirigentes y a sus cuatrocientos mil votantes andaluces, y su toxicidad sobre los firmantes del pacto andaluz.

Conviene, como decía, soslayar esas cuestiones en estas fechas ya que parece que queramos descender cada día a la España de Frascuelo y de María. Pero no es eso: lo cierto es que pese al ambiente apocalíptico vivimos en un país y en un mundo bastante mejor del que se podría deducir de las noticias diarias. Basta consultar las estadísticas sobre todo lo que tiene que ver con la calidad de vida y el bienestar personal y colectivo para comprobar que vivimos en un mundo bastante mejor que el de hace 50, 100 o 150 años. Pero a pesar de esa realidad empírica, factual, tendemos a creer que vivimos en el peor de los mundos posibles. Nos preocupa que nuestros hijos vivan peor que nosotros, pero vivirán seguro mejor que sus abuelos y bisabuelos. Aunque haya una cierta tendencia a buscar similitudes, entre el presente y los años treinta del siglo pasado y las dramáticas consecuencias del crack del 29, lo cierto es que la actualidad que tanto nos inquieta sólo es un pálido reflejo de todo aquello. Lo podemos ver en la estupenda serie alemana Babylon Berlin, que recrea fielmente la sombría realidad de la República de Weimar. En su En defensa de la Ilustración Steven Pinker afirma algo que me permitiré tomarlo como cita para un christma navideño a mis improbables lectores: "Cuando no acertamos a reconocer nuestro progreso logrado a duras penas, podemos llegar a creer que el orden perfecto y la prosperidad universal son el estado natural de las cosas, y que todo problema es un ultraje que requiere culpar a los malhechores, derribar las instituciones y empoderar a un líder que restablezca la grandeza legítima del país"... Les deseo unas felices Navidades.

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