Ciencia ficción

La gran noticia es que esta inversión en un futuro ahora imaginario pueda llevar en Europa el nombre de Antequera

Imagínese 77 kilómetros de vías de tren construidos en dirección a la nada. Un trazado para un tren de alta velocidad para unir en menos de una hora Málaga y Sevilla que perdió el rumbo hace años. 277 millones de euros gastados, para adornar el campo andaluz con raíles de las mejores prestaciones. Pero y ¿si ahora resultase que aquel desvarío faraónico fuera el trazado apropiado para probar un sistema de comunicación que dentro de unas décadas promete a los viajeros levitar en unos tubos a mil kilómetros por hora?

Definitivamente el Gobierno andaluz creería en milagros. Pero de momento desconocemos si el AVE perdido a Sevilla servirá de centro de pruebas ideal para este tren supersónico que nos ha hecho soñar, aunque aún me parece más propio de una película de ciencia ficción con pequeñas naves espaciales y vehículos autónomos por las carreteras.

La empresa Virgin Hyperloop One, que impulsa el proyecto ya cuenta con un centro de operaciones en el desierto de Nevada y con otras firmas competidoras, que pugnan en este carrera por construir un tren seguro capaz de reducir a media hora los trayectos en los que ahora, con la alta velocidad, se necesitan cuatro o cinco horas. Josh Giegel, uno de los cofundadores de la iniciativa, piensa que este transporte debe funcionar como una especie de metro. Si pierdes uno a los pocos minutos puedes tomar el siguiente. Quiere que los trazados sean en superficie para que los viajeros siempre pueden contemplar el paisaje. Y defiende que la sensación de los usuarios será durante el viaje similar a la que experimentan cuando despegan los aviones. Y la seguridad es su obsesión. Incluso se debate si los asientos deberían llevar cinturón de seguridad o no por la imagen que una decisión u otra transmitiría. Por eso los sistemas de transporte se construirán en diferentes alturas para eliminar el riesgo que en algún momento supusieran que pudieran cruzarse trenes en sentido contrario.

Dicen los expertos que falta bastante para que este proyecto se puede explotar. Entonces el desafío será encontrar y obtener autorizaciones para las rutas más apropiadas para este sistema. La gran noticia es que esta inversión en un futuro ahora imaginario lleve en Europa el nombre de Antequera. El acuerdo entre el Gobierno y la multinacional prevé utilizar unas instalaciones en desuso para desarrollar esta iniciativa. Unos 500 millones de inversión. Eso sí, si el empresario privado logra unos 130 millones de ayudas públicas. Habrá que ver si la Unión Europea en este caso sí aprecia el interés de la infraestructura que desestimó en el caso del fallido anillo ferroviario. Entonces alegó que era absurdo concebir trenes para viajar a 520 kilómetros por hora porque comercialmente no serían viables.

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