NO sabía si la señal que llegaba del satélite Hispasat 1D era la de un mitin de Obama en New Hampshire, o realmente provenía del pabellón de Ciudad Jardín, donde estaba anunciado un acto electoral de Mariano Rajoy. Un auténtico circo, lleno de colorido, sobre todo azul cielo celestial; luminosos que hacen rotar diferentes eslóganes: Rajoy-presidente-cabeza-corazón; muchas banderas, casi todas andaluzas; y mucha gente, muchos con pinta de niños bien, que se divierten, que hacen la ola, que piden al dirigente popular que meta caña a Zapatero, que abuchean cada vez que se menta el nombre del candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno, o el de Solbes, Pepiño o del ilustre Gabilondo, fijación obsesiva de Esperanza Oña, por cierto, ataviada de morado pasión. "Va a ganar el Partido Popular", coreaba junto al respetable el aspirante del PP a La Moncloa, vestido con chaqueta verde caqui, pantalón beige, camisa clara sin corbata, un atuendo que ya ha repetido en mítines anteriores, pero no en esta campaña.

El pabellón rugía, los cánticos, las consignas y los aplausos casi impedían hablar al líder, constantemente interrumpido. ¡Torero, torero!, le decían al orador, seguro que consciente de verse en la obligación de rematar una faena brillante en una plaza considerada por sus estrategas de alta prioridad, ya que en Málaga se puede arañar uno de los diputados que darían una hipotética victoria al PP, cuando todos los indicadores hablan de empate técnico y se juega con una participación menor que en las generales anteriores.

Agradecimientos de Rajoy para su gente de Málaga, para Celia Villalobos, como siempre la más moderna, aunque menos sonriente que de costumbre. Guiños para su público. Promete, mirando a Francisco de la Torre, una línea más de Metro y da cuenta del propósito de impulsar el tren litoral de Nerja hasta Algeciras.

La temperatura en el gran circo de la autoafirmación llega a su grado máximo cuando los allí presentes ya creen ver a Javier Arenas sentado en el lugar de Manuel Chaves. El candidato del PP a la presidencia de la Junta de Andalucía aplaude y se auto jalea cuando Rajoy se refiere al milagro de los populares en la conquista de Madrid, Valencia y Murcia. Ahora el cambio, y por supuesto el milagro, es posible en Andalucía, sentencia Mariano Rajoy, mientras las gradas despiden a Zapatero y a Chaves, gritando a todo pulmón "adioz, adioz". Bien educados estos chicos, comenta el interviniente, con su innegable ironía de buen gallego.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios