Coalición discrepante

No parece normal que el partido minoritario intente fijar los elementos centrales de la estrategia del Gobierno

Superada la prueba de los presupuestos generales, la estabilidad del Gobierno solo parece depender de la firmeza del pacto de coalición. Con la aplicación de una flexible política de geometría variable no deberían surgir dificultades insalvables para sacar adelante los principales proyectos legislativos. Por tanto, es la relación entre los dos partidos que forman el gabinete donde radica la propia solidez gubernamental y su posible duración. Es cierto que ensayamos por primera vez un ejecutivo de coalición y por tanto estamos desbrozando un camino hasta ahora desconocido. Sería un error pensar que detrás de cada desacuerdo que se fragüe está el inicio de la crisis definitiva que nos acerca al abismo de la disolución. Se da por descontado que en cualquier Gobierno bicolor han de surgir discrepancias que tendrán que resolverse mediante la negociación y el diálogo. Por consiguiente, hay que incorporar a la normalidad política la existencia de diferencias entre ministerios que buscan remarcar su propio perfil político.

Pero, aún sin experiencia, el sentido común nos indica que en la relación entre los partidos de una coalición existen una reglas no escritas que deben de respetarse. No puede ser lógico que un desmesurado e insaciable afán de centrar la atención mediática lleve a algunos miembros del gabinete a amplificar las diferencias y a convertirse en el permanente portavoz de las divergencias, desatendiendo el contenido de su propia gestión. No parece normal que el partido minoritario intente fijar los elementos centrales de la estrategia general del Gobierno y su relación con otras fuerzas contra el criterio del partido de mayor presencia gubernamental. No es admisible que los miembros de un gabinete olviden las obligaciones que el ejercicio del poder conlleva y se lancen a la crítica descarnada y a la descalificación de otros poderes del Estado que forman parte esencial del engranaje constitucional. Cada cual puede mantener sus principios, pero desde la posición gubernamental hay que ser consciente de la exigencia de prudencia y mesura que el ejercicio del poder conlleva.

Son estas actitudes que van más allá de la razonable discrepancia interna las que pueden dar al traste con una coalición gubernamental que, guste más o menos, es hoy por hoy el único Gobierno viable en nuestro país. Forzar la situación hasta extremos inmantenibles que hagan naufragar esta experiencia política sería un ejercicio de irresponsabilidad histórica.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios