Tendremos que esperar al primer Gobierno de coalición de nuestra joven democracia. No tan joven: ha alcanzado la mediana edad y, además, la estamos envejeciendo a disgustos. La coalición es una fórmula inédita en nuestro país pero frecuente en toda Europa. Pero no son habituales entre partidos socialdemócratas y formaciones a su izquierda, aunque -contrariamente a lo afirmado estos días por algún politólogo- existen algunos antecedentes: el gobierno social-comunista francés, bajo la primera presidencia de Mitterrand, o la coalición de Socialdemócratas y Verdes en Alemania. Claro que cualquier parecido de Marchais o Joschka Fischer con Pablo Iglesias es pura coincidencia. Mitterrand, a pesar de aventurarse a una experiencia abiertamente izquierdista, era ante todo un político pragmático. Aquella alianza, con el ortodoxo PCF de Marchais, acabó mal. La coalición roja y verde en la Alemania de los noventa funcionó bien, Schrodër y Fischer, ambos con pasado izquierdista, se entendieron. El partido de Los Verdes alemanes surgió de los activos movimientos sociales de la Alemania de los setenta, algunos extremadamente radicalizados. Dado su origen, era inevitable que al convertirse en partido viviese un intenso debate entre "realistas" y "fundamentalistas".

Una apasionante pugna interna que ganaron los primeros, liderados por Joschka Ficher y Daniel Cohn-Bendit. Casi dos décadas después, cuando formaron gobierno con el SPD, ya habían asumido el principio de realidad. No es el caso de Podemos, fruto también de las masivas protestas y movilizaciones sociales de finales de la pasada década. Convertido inmediatamente en exitoso partido aún no se ha enfrentado, pese a sus sucesivas crisis, al tipo de disyuntiva que los Verdes alemanes resolvieron en la década de los ochenta. Ahora, en el momento más decisivo de su corta existencia, se han visto ante un reto que los ha superado: comprometerse con la gobernabilidad del país. Entre otros errores, por el enorme ego de Iglesias que le hizo creer que la grandilocuencia de su retirada le legitimaba para exigir cosas muy por encima del valor de la dote que aportaba. Aunque tampoco Sánchez y el PSOE han estado a la altura que la historia les exigía. La crisis de gobernabilidad se ha profundizado y ninguna salida parece buena. Esperemos que hayan aprendido de sus errores y puedan formar el primer gobierno de coalición de nuestra democracia. Sus electores se lo agradecerán.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios