El PSOE celebra este fin de semana su 40º Congreso Federal, con un objetivo y un tono opuesto a la convención que clausuró el pasado domingo el PP. Opuesto porque si los populares parecen obsesionados en disputarle la hegemonía de la extrema derecha a VOX, los socialistas parece que opten por recuperar la centralidad; que como dice Felipe González, que participará en el congreso para reforzar la imagen de necesaria unidad, no hay que confundir con el centro. De cualquier forma, ante el griterío reinante, una apuesta por la moderación es necesaria para el partido -por su vocación de fuerza mayoritaria y de gobierno- pero, sobre todo, lo es para el país. No es fácil frente a un PP cuya estrategia consiste en agudizar la polarización e incrementar exponencialmente el grado de crispación según avance la legislatura. No hay que engañarse, levantar parcialmente el veto filibustero a la renovación de los órganos constitucionales, no es más que un movimiento tacticista, que en nada modifica su estrategia, tercamente empeñados en que su camino a la Moncloa esté sembrado de ruido y de furia. Su negativa a renovar el CGPJ, es un buen ejemplo, ya que sólo pretenden mantener de forma ventajista la composición que salió de la mayoría absoluta de la que disfrutaban en 2013.

El PSOE que inicia hoy su congreso tiene poco que ver con el que gobernaba con mayorías absolutas o suficientes hace algunos años. Tan distinto como es la sociedad española de hoy a la de entonces. De hecho, ha habido un evidente divorcio entre los antiguos dirigentes socialistas y los actuales. Los lamentables acontecimientos que motivaron la grave crisis interna de 2016 produjeron una quiebra profunda. Por razones, tanto internas como externas, el giro estratégico experimentado por el PSOE ha sido, en algunos asuntos sustanciales, de 180º. Se ha producido una ruptura con los valores y la cultura política del pasado. Es probable, que aquel PSOE de las mayorías absolutas no ganase hoy las elecciones, pero hay una parte no desdeñable de su electorado que sigue compartiendo aquellos valores y aquella cultura política. Esos votantes que necesita recuperar el PSOE para reforzar su hegemonía en la izquierda y seguir manteniendo la mayoría frente a la derecha. Esa derecha que amenaza con derogar todas las leyes y los consensos que a lo largo de estas décadas nos han permitido avanzar como sociedad, ser mejores y vivir en un país más igualitario y justo.

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