Conspiración de silencio

Los tiempos que se avecinan serán complicados si Francisco de la Torre mantiene su intención de acabar su mandato

Me decía hace unos días un antiguo concejal del Ayuntamiento de Málaga que no supone novedad alguna, que buena parte de los integrantes del equipo de gobierno del Consistorio de la capital hagan la guerra por su cuenta. Hace años, el regidor se llevó a sus colaboradores a La Concepción, les quitó el móvil y los mantuvo de ejercicios espirituales un sábado para coordinarlos a la fuerza.

Ahora es distinto. Todos los concejales ya saben que Francisco de la Torre carecerá de peso en la elaboración de las listas del PP en las elecciones municipales de 2019, así que han perdido el temor a sublevarse y, de paso, algunos creen que ganan enteros ante el casi seguro candidato: Elías Bendodo. En otras circunstancias, a Francisco de la Torre le hubiera durado menos de un telediario el edil de Medio Ambiente que anunció su dimisión si finalmente el regidor optaba por la municipalización de Limasa. La evidente debilidad del alcalde ante sus propios compañeros y el largo periodo de mandato que tiene por delante, si no acepta una oferta para facilitar en los próximos meses una transición pactada, será un problema que se irá agudizando.

De momento, por el bien de todos, ha funcionado hasta ahora la conspiración de silencio que se acordó en la reunión de hace ocho días, desvelada por este periódico, en la que el munícipe intentó calmar la tempestad y a la que no quiso asistir el propio Bendodo. "No forma parte del equipo de gobierno", excusaron su presencia. Los ediles ha respetado la orden de evitar que salgan en público más discrepancias. A los dos protagonistas, por distintas razones, no les interesa para nada que el ejecutivo local del PP de Málaga se podemice.

Pero los tiempos que se avecinan serán complicados si Francisco de la Torre se mantiene en sus trece de acabar su mandato. Tampoco será sencillo para algunos ediles. Los que siempre se significaron como hombres de Bendodo, están tranquilos. Otros, como Teresa Porras, pueden aguardar a cualquier candidato porque nadie se atreverá a prescindir de sus servicios. En el tercer grupo, por ejemplo, María del Mar Martín Rojo. De concejal de Economía a concejal para la Reactivación Económica. Que no es lo mismo. El castigo del alcalde tras apreciar en algunas de sus manifestaciones ínfulas de grandeza, que ella ha purgado estos últimos años apuntándose a todas las comitivas del regidor para que no dudara de su lealtad y obtener así su perdón. Pero ya no será él quien decida su futuro. Y, por último, sus incondicionales, ya muy pocos. Demasiado tiempo por delante para que todos continúen callados indefinidamente.

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