La puntilla

Juan A. Navarro Arias / Janavarro@malagahoy.es

Contundente

UNA, dos, tres, cuatro. Hagan sus apuestas, ¿cuántas puertas grandes nos quedan? Llevamos cuatro consecutivas, pero no todas del mismo peso. Si le pido al torero que se cruce, yo me mojo. La más contundente llegó ayer con El Juli, torerazo en mayúsculas. Puso ligazón, temple, profundidad y pisó los terrenos de la verdad, donde no hace falta meter el pico de la muleta porque el toro se llena con la panza de la franela. Suyos son hasta la presente los muletazos más largos. Vean la fotografía de Sergio Camacho y sumen así los que quieran. Exprimió al toro y nos dejó a todos mudos. En mitad de la faena, la plaza entera se puso en pie con una ovación cerrada. Boca abajo La Malagueta. Y el torero sigue embraguetado en los medios. Cada tanda termina en una ovación. Luego el silencio. Sólo se escuchan los graznidos de las gaviotas que revolotean alrededor del coso. La expectación ante el triunfo, el madrileño va ejecutar la suerte suprema. Estoconazo hasta la bola. Quizá algo trasero, pero nos brindó un volapié de libro. La plaza otra vez estalla. Esta vez un escalofrío recorre el cuerpo del que firma. Qué emocionante. Si ahora cogemos la balanza vemos una puerta grande pueblerina para el rejoneador Diego Ventura. Otra descafeinada al magisterio de Enrique Ponce. Según la línea trazada, justificada a Manzanares, tras una tarde sublime en la que cortó dos orejas en la peor faena que firmó. Eso se llama compensar. Y la puerta grande, ayer. Pocas veces se ve en una plaza de Primera a tantos toreros a hombros. Me preguntó si estamos devaluando su importancia. Ojalá lleguen muchas más, pero con faenas como la que ayer pudimos paladear de El Juli, así de contundentes.

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