NO ha escogido Manuel Chaves el mejor momento para manifestar su respaldo a Córdoba en la carrera por la capitalidad cultural de Europa en 2016, teniendo en cuenta que otra ciudad andaluza -Málaga- también aspira a la nominación y que ha roto así la neutralidad de la que presumía a once días de las elecciones autonómicas.

O sí: quizás precisamente se ha decantado ahora por Córdoba por puras motivaciones preelectorales. Como ha explicado mi compañera Laura Mármol, en la provincia de Málaga las expectativas de votos están bastante consolidadas, mientras que en la de Córdoba, que ha perdido un escaño en el Congreso y otro en el Parlamento por los cambios demográficos registrados, hay que pelear más para mantener el mismo número de diputados que en 2004. También Zapatero ha alterado su agenda sustituyendo su prevista visita a Málaga (alcalde PP) por una a Córdoba (alcaldesa IU), siempre con idéntico propósito de respaldar a los socialistas cordobeses.

La noticia amenaza con incendiar la campaña malagueña. El alcalde, Francisco de la Torre, habla de "desdén que los malagueños no se merecen" y el presidente provincial del PP, Joaquín Ramírez, considera la decantación de Chaves una "actitud prevaricadora", es decir, la adopción de una decisión injusta. Pienso que los populares cordobeses, en cambio, no podrán sino estar de acuerdo, aunque en silencio, con el pronunciamiento del presidente de la Junta hacia la candidatura de su capital, silencio paralelo al de los socialistas malagueños, indefectiblemente cabreados con Chaves, pero también silentes. Es lo que tienen estos asuntos territoriales: cada partido queda dividido sin remedio entre sus agrupaciones territoriales enfrentadas por una misma reivindicación.

Pocas cosas hay que tema más Manuel Chaves que un enfrentamiento entre provincias o ciudades andaluzas. Cada escaramuza en este terreno -y son muchas las que persisten- supone, de alguna manera, una expresión del fracaso de la Junta en su papel vertebrador e integrador de Andalucía. Le dan dolores de cabeza cada vez que ha de optar entre ellas. Lo que pasa es que en ocasiones no se puede poner uno en la comodidad salomónica. Pero, en ese caso, hay que armarse de razones y explicarlas... cuando corresponde. Tal vez Chaves podría haber dicho hace meses que apoyaba la candidatura de Córdoba porque estaba más adelantada en su proyecto y había conseguido más avales institucionales y personales. Lo ha hecho, sin embargo, un instante antes de que los cordobeses decidan si confirman al PSOE sus escaños en peligro, y eso alimentará los litigios territoriales. Lo que tanto miedo le da al presidente y candidato por enésima vez.

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