Jueves, 12:36 p. m. Suena el móvil. El teléfono no corresponde a ningún contacto. Quizás alguien quiera encargarme cien viviendas. Voy como las motos, pero contesto pensando que también me conformaría con que fueran dos. Al aparato, un caballero me informa de que me llama para hacerme una oferta irrechazable de telefonía 5G y me pregunta quién soy.

-Usted sabrá, que ha llamado. Me coge trabajando y no puedo atenderle.

-¡Caballero, yo también estoy trabajando!

-Sí, pero yo no le llamo a usted y le interrumpo.

15:33 p. m. Trabajo finalizado y enviado sin contratiempos informáticos. Primer respiro desde las 7:30 a. m. Suena el teléfono. A saber quién es. Quizás, el de las dos viviendas. Una señorita con acento sudamericano. Llama de parte de ENDESA, compañía que da luz a mi oficina y me informa que a partir de mañana me aplicarán un descuento en mis horas de máximo consumo. Muchas gracias. Además, por mi fidelidad como cliente, me harán otro en la tarifa por potencia (lo de las compañías eléctricas debe ser como el sexo líquido, de una gran volatilidad, yo no llevo seis meses). Para ello debo permitirle repetir la conversación, que ahora será gravada. ¡Horror! Mi interlocutora comienza a recitarme los términos de un contrato a la misma velocidad que sale la letra pequeña en los anuncios de televisión. Me pierdo en la segunda frase.

-¿Está usted de acuerdo con lo expuesto? Si lo está, le mandaremos un nuevo contrato que no necesita firmar ni devolvernos.

-No

-¿Cómo que no?

-¿De verdad que usted cree que alguien puede enterarse de lo que me ha leído?

-¡Ah! Pues le digo qué vamos a hacer. Se lo voy a repetir más despacito.

-No. Se lo digo yo. Me voy a comer un plato de espaguetis, usted me manda el contrato y ya la llamo yo. Para hacer un descuento a un cliente, yo no necesito cambiar ningún contrato.

-Pues entonces le quito el descuento.

-¡Pues adiós!

Viernes, 15:55 p. m.

-Buenas tardes, le llamo desde Endesa para ofrecerle un descuento…

-¿Pueden decirme qué parte de la conversación de ayer con su compañera no entendieron?

En vísperas de la constitución del futuro gobierno, es imprescindible que este forme un inquebrantable cordón sanitario. No alrededor del PSOE, VOX o los independentistas, sino alrededor de los call centers. Los españoles que aun defendemos la unidad de la patria en torno a la siesta nunca estaremos suficientemente agradecidos.

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