QUE el mejor castellano escrito en la actualidad se puede leer en las columnas de opinión es un hecho constatado. Basta saber elegir las adecuadas, desbrozar entre el grano y la paja, para encontrar verdaderas perlas. Que reinventan el lenguaje. Que tienen letra y música. Contagiando su ritmo y su melodía a quien las lee.

El Festival de Málaga nos brinda una ocasión estupenda para tomar el pulso a la crítica de cine en nuestro país. A tenor de lo leído durante las primeras jornadas del certamen, constatamos algo que intuíamos: todavía en 2008, la prensa provincial es más libre que la prensa nacional. Así, en ocasiones, donde en las cabeceras de Madrid prima la autocomplacencia para con nuestro cine, en las redacciones periféricas se encuentran espacios de libertad para decir lo que se piensa y como se piensa. Ejemplos muy significativos son dos de los estrenos de esta semana, Todos estamos invitados, de Gutiérrez Aragón, y Fuera de carta, de Nacho García Velilla. Basta cotejar lo que los críticos malagueños dijeron de estas películas el día de su presentación en el festival, y lo que dirán sus colegas madrileños durante el fin de semana próximo, coincidiendo con su puesta de largo en las carteleras.

Afortunadamente, en algunos casos, los críticos periféricos coinciden con los nacionales. Porque hablan de buenas películas. Ocurrió con Cobardes, que recibió el beneplácito unánime de los de aquí pero también será recibida con todos los honores por los de allá, el viernes 25 de abril. Y estará en el palmarés.

Aprendo mucho de los críticos. Los leo con respeto y reverencia. Hasta que aprecio en ellos síntomas de sumisión. Entonces los abandono y sustituyo por otros más libres y arriesgados, aunque en su osadía patinen. Son gajes del oficio. De Málaga me llevo, como siempre, textos míticos para enmarcar en mi antología y para analizar en las aulas. De mis amigos críticos de la periferia. Tan necesarios.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios