Cs, en la encrucijada

La existencia de una formación de centro que amortigüe tensiones se hace imprescindible

En España el centro liberal siempre ha tenido buena prensa y corta vida. Ni UCD, el gran proyecto formalmente centrista, consiguió durar más de un lustro. A partir de ahí, todos lo intentos que se han sucedido han sido culminados con señalados descalabros y no han conseguido permanecer en la memoria de los españoles más de una o dos legislaturas. La razón de estos reiterados fracasos no pueden achacarse a que no exista un centro sociológico y político en nuestro país, sino que, fundamentalmente, las iniciativas políticas que intentaron capitalizarlo no estuvieron a la altura, o simplemente eran versiones camufladas de la derecha. El problema está en que durante el bipartidismo la existencia de un centro político no llegaba a ser una necesidad, ya que los dos grandes partidos luchaban por hacerse con ese espacio del centro, que era donde se jugaban su éxito electoral y ellos mismos trataban de moderar y centrar sus políticas y programas. En el bipartidismo las dos formaciones políticas también eran el centro.

Con el pluripartidismo, la inercia política es radicalmente contraria. Los partidos sienten la competencia electoral en su propios terrenos y es ahí donde pretenden encontrar los votos necesarios. Por eso, ahora asistimos a un radicalización política evidente en la que los principales partidos están más a la derecha y a la izquierdas que nunca. Los bloques así cada día son más impermeables y se encuentran más alejados. En ese panorama, la existencia de una formación de centro que amortigüe tensiones y modere políticas se hace imprescindible. Por eso no se explica la posición de C´s que, deslumbrado por una teórica hegemonía política en la derecha que nunca consiguió, ha dilapidado en un tiempo récord un prometedor patrimonio político

Ahora, los restos de la formación liberal se encuentran en una encrucijada definitiva. Por un lado, pueden comenzar a construir con humildad y paciencia una estrategia que los vaya situando en el centro del arco parlamentario. Para ello deberán romper amarras con formaciones políticas de dudosa vocación democrática y admitir que su papel en el medio plazo no será otro que el de complemento para estabilizar la política española, abandonando ensoñaciones de liderazgos inalcanzables. La otra salida es la de empecinarse en el error, mantener su inexplicable antisocialismo, abonarse a la irrelevancia para poco a poco ser deglutidos por el PP. Para este viaje sólo tienen que consultar a Rosa Díez.

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