Crónica Levantisca

juan Manuel / marqués Perales

Cuarto y mitad de referéndum

ARTUR Mas enternece. Como Íker Jiménez, va montado en su nave del misterio y ha querido confundir su indecisión con un enigma. "Nadie sabe cómo acabará esto". No hay "seguridades absolutas". Aficionado a las metáforas náuticas, es un timonel perdido: "Tenemos que acostumbrarnos a gobernar la incertidumbre, que no quiere decir que no tengamos el camino claro y el rumbo bien fijado". Todo esto dijo Mas en el Ateneo de Barcelona, y ayer por la tarde se reunió con los partidos soberanistas para tratar de aclararles cuál es el misterio. Es éste: póngame cuarto y mitad de referéndum; una media, se explica desde el Govern, entre la consulta planteada hasta ahora y la que se realizó en Arenys de Munt en septiembre de 2009.

Pues eso, cuarto y mitad, un referéndum organizado por los ayuntamientos, pero sin sus secretarios ni funcionarios, y que al menos concite al 50% del censo. Claro, saldrá el doble sí; en definitiva, un mamarracho, que podía haber sido reivindicativo si Mas no hubiera anticipado que iba a ser la consulta de la emancipación anclada en una legalidad catalana. Algo parecido al referéndum que organizó el Frente Polisario y que tuvo una de sus urnas en el Parlamento andaluz gracias a la colaboración de su entonces presidente, Diego Valderas. Pero el Polisario no engañó a los votantes prometiéndoles la independencia si colaboraban con lo que sólo fue un acto de propaganda.

Mas, un chico de la burguesía catalana, católico y obediente, no va a cambiarse al carril de la desobediencia civil, y ya no sabe cómo explicárselo a Esquerra Republicana ni a la Asamblea Nacional Catalana, por eso prefiere engañar a la opinión pública -una vez más- con un supuesto plan secreto, un enigma que no quiere revelar aún. En realidad, es el paso previo al manotazo de ahogado. No hay alternativa posible, cuando el Estado se planta con sus leyes democráticas, o las aceptas o te rebelas con todas sus consecuencias, y Mas no es ni Macià ni Washigton ni Bolívar. Parece Ibarretxe. Anoche, Mas y los soberanistas se encerraron en el Palacio Roger para lograr un imposible acuerdo, quizás el presidente les haya revelado su plan secreto, pero se le va agotando el tiempo y ya no podrá seguir manejando esa barca que no tiene ni motor ni vela ni timón. Ni timonel. El presidente de la Generalitat quiere convencer a los demás de que su consulta del 9-N no es un simulacro ni una farsa.

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