Cuenta atrás

Reino Unido y Cataluña están viviendo la caída de su economía por culpa de su supremacismo e insolidaridad

Desde que el 23 de junio de 2016 se celebrara el referéndum sobre el Brexit, y que su resultado conmocionara a toda Europa, el reloj no se ha parado. Y el tiempo se acaba. La noche del 29 al 30 de marzo de 2019 Reino Unido dejará de ser miembro de la Comunidad Económica Europea y con ello terminará una historia de encuentros y desencuentros cuyo futuro es impredecible.

A pesar de todos los esfuerzos por intentar que el proceso sea lo menos traumático posible, en las últimas semanas los efectos están siendo demoledores. La firme postura europea de esperar la marcha del Reino Unido, antes de comenzar a negociar cualquier acuerdo comercial, trae a los británicos por la calle de la amargura. Ellos, que siempre se habían vanagloriado de ser los mejores negociadores del mundo, se han encontrado en una situación muy desagradable, teniendo como único aliado a EEUU, que a su vez negocia con los europeos sin ninguna cortapisa.

El gesto de la primera ministra Theresa May es cada día más circunspecto, pues no se atreve a saltarse las normas por miedo a nuevas estampidas en su gobierno. De ahí que las visitas constantes a París y sus súplicas al Elíseo, tratando de debilitar la alianza europea, están siendo infructuosas. Nunca antes se había visto a un mandatario inglés caerse del caballo, como hiciera San Pablo, tras darse cuenta de los enormes problemas que ya ha comenzado a provocar el Brexit en su economía. Sirva recordar que durante el último mes JP Morgan, HSBC, Lloyds y Goldman Sachs están preparando sus planes de contingencia con nuevas sedes fuera del Reino Unido; Airbus e Easy-Jet buscan ubicaciones dentro del continente e incluso BMW y Rolls-Royce analizan donde colocar sus centros de producción en otros países.

Y esto no ha hecho más que empezar. A pesar de que muchos están abogando por un nuevo referéndum a la desesperada, tras comprobar que el dinero que salía hacia el resto de Europa era una mínima parte de los capitales que entraban, éste no será posible. Pero suele ser un fenómeno habitual cuando uno olvida las cuatro reglas matemáticas básicas y solo quiere sumar olvidándose de que también es necesario restar. Ya son dos áreas geográficas supuestamente avanzadas, Reino Unido y Cataluña, las que están viviendo la caída de su economía por culpa de su supremacismo y su insolidaridad: ¿servirá esto de ejemplo para no seguir cometiendo los mismos errores?

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