Hoja de ruta

Ignacio Martínez

Cultura de la unidad

SI España no fuese una monarquía, el mensaje de Navidad lo habría hecho un presidente de la república. Con varios inconvenientes. Pongamos, como hipótesis, que fuese un distinguido miembro de la anterior mayoría parlamentaria. Por ejemplo, Aznar. No podría, por las limitaciones del cargo, decir que le gusta beber lo que le venga en gana antes de conducir y poner su coche a la velocidad que se le antoje. Y, ya en serio, tampoco podría pronunciar las palabras del rey Juan Carlos en Nochebuena, con la misma credibilidad. Aznar haciendo un llamamiento a la unidad de los partidos políticos no resultaría verosímil. Él prefirió agradar a su amigo Bush antes que atender las protestas generalizadas en España de derecha, izquierda, norte, sur, este y oeste contra la guerra de Iraq.

En boca del Rey tienen especial valor mensajes como que estas tres décadas de democracia han supuesto una modernización única en la historia de España. Hay quien ha señalado que don Juan Carlos estaba pensando en los embrollos del Tribunal Constitucional o del Consejo General del Poder Judicial cuando se refirió, como estados eficaces, a los que logran estabilidad y solidez en sus instituciones y modelos democráticos. Yo no soy tan fino: creo que estaba pensando en la Monarquía misma, atacada en el año que termina por primera vez desde el inicio de la Transición de la Dictadura a la Democracia, por una extraña coalición de nacionalistas separatistas y una peculiar extrema derecha radiofónica. Y ya saben que al Rey son éstos últimos los que le preocupan seriamente.

Frente a la una, grande y libre del franquismo, el Monarca nos propone una España justa, integradora y solidaria. Sus palabras de la noche del lunes detallan problemas como el cambio climático, el desempleo, la carestía de la vivienda, los salarios más bajos, las desigualdades y necesidades sociales, los contenidos impropios de la televisión en horario infantil, la violencia y malos tratos contra las mujeresý

Y su discurso se detiene en un clamor ciudadano; la necesidad de un consenso nacional para los grandes problemas del país, en particular el terrorismo. No mencionó a ETA por su nombre, sino por sus hechos: hace un año la banda mató a dos inmigrantes en el aeropuerto de Barajas en un brutal atentado que dejó sobrecogido al país y perplejo a un presidente del Gobierno de natural optimista. Y hace pocos días, se produjo el vil asesinato de dos jóvenes guardias civiles en Francia. Es de Perogrullo que "sin el efectivo compromiso de todos los demócratas, no se acabará definitivamente con el terrorismo". Pero es necesario que alguien lo diga con autoridad. Así que hago fotocopias del texto de don Juan Carlos, para que tomen nota los dos grandes partidos: necesitamos cultura de la unidad. Este es el mejor mensaje de Navidad.

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