Al margen

Ramón Triviño

Debate gratuito

EN campaña, todo lo que se hace o se dice por parte de los candidatos suele estar medido al milímetro. Los llamados argumentarios son los libros de cabecera de los aspirantes durante estos días, y con sus consignas y recomendaciones intentan, además de unificar el discurso de cada formación, que los candidatos a diputados, senadores y parlamentarios autonómicos no se metan en ningún charco. Por esta razón no acabo de entender por qué se ha abierto en plena carrera electoral una polémica, que entiendo fuera de lugar, ya que es gratuita y que sólo podría servir para enfrentar a dos ciudades andaluzas. Me refiero al debate suscitado sobre la capitalidad cultural de Europa para el año 2016, a la que aspiran Málaga y Córdoba, entre otras ciudades españolas. Un debate que no es nuevo.

La madre de esta batalla parece estar en una declaraciones realizadas en Córdoba por el presidente Manuel Chaves, refiriéndose a las buenas condiciones que reunía la ciudad califal de cara a la designación de la capitalidad. Da la impresión, que intentando no sacar fuera de contexto las palabras del candidato socialista, éste se limitó a constatar una posición ventajosa, en relación a las aspiraciones de los malagueños. Nada que reprochar, sino fuera porque el dirigente del PSOE debería haber imaginado que sus palabras serían utilizadas por los contrincantes como arma electoral. También soy capaz de imaginar, que Chaves, ante el indudable momento dulce que pasa su organización en Córdoba, después de salvar años y años de crisis crónicas, hubiese querido dar una mayor dosis de calor a los compañeros cordobeses, pensando también, que en Málaga, tierra de aluvión y mestizaje, como siempre la define Salvador Moreno Peralta, nadie se rasgaría las vestiduras por el empujoncito a la competencia.

Si hubiera sido así, sí tendría sentido la obligada defensa que de la candidatura de Málaga ha hecho el alcalde, Francisco de la Torre, que ha acusado, antes a Rodríguez Zapatero, y luego a Chaves, de romper una neutralidad que debiera haber sido exquisita. En medios socialistas que insisten en la primera de las tesis aquí expuestas y que aseguran que el PSOE defiende la capitalidad cultural para Málaga, parecen no haber contado con que la guerrillera Esperanza Oña haría de esta cuestión una bandera y amenazaría con sacar a la calle a las gentes de bien, utilizando ese sentido nacionalista, que como se ha repetido a lo largo de la Historia crece y se multiplica siempre ante una cuestión fronteriza. Aquí viene a cuento aquello de que no siempre el fin justifica los medios.

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