hoja de ruta

Ignacio Martínez

Decíamos ayer

CARME Chacón presentó su aspiración a la secretaría general del PSOE con rabia. Renunció forzada hace siete meses a disputar a Rubalcaba la candidatura para la Presidencia del Gobierno. Ganarle ahora a su antiguo amigo íntimo y hoy gran rival es un desafío personal. Su tono mitinero no consiguió, sin embargo, camuflar la imagen artificial que transmite. No es natural en el hablar, no es carismática, la segunda candidata al puesto de Zapatero.

Hubo dos cosas de su discurso particularmente decepcionantes. Una fue la repetición del discurso zapaterista del 2000. Invitó a los militantes socialistas a recorrer un nuevo camino, una nueva etapa. Podría haber redondeado la frase con "una nueva vía", el nombre del grupo que aupó a Zapatero a la secretaría general hace doce años. Entonces el dirigente leonés prometió un nuevo modelo de partido, la limitación de mandatos, la no acumulación de cargos, las primarias. De todo eso, nunca más se supo.

Todo eso lo vuelve a ofrecer Chacón, como si ella no hubiese formado parte de Nueva Vía, de las ejecutivas y los gobiernos de Zapatero. Como si ignorase que el susanismo reinante en Andalucía prohibió las primarias en vísperas de las elecciones municipales. Episodio que acabó convirtiendo en un guiñol a Ignacio Trillo, uno de los mejores delegados que la Junta ha tenido en Málaga en 30 años, enfrentado a los molinos de viento del aparato. Y después del fiasco de las promesas del 2000, Chacón viene a Olula a proclamar un decíamos ayer, como quien no quiere la cosa.

En segundo lugar, resulta llamativo el peloteo que se trajo con Andalucía. Una federación generadora de buena gente, según frase textual. Resulta que Andalucía es el corazón del PSOE, la guía del socialismo patrio, por lo que conservar aquí el poder es la primera prioridad de todos los militantes, desde el primero hasta el último. Y la productora de una cuarta parte de los votos que decidirán el próximo líder del partido, añade un servidor.

Tenemos en la carrera a un felipista que propone el cambio, como en 1982, y a una zapaterista que propugna una nueva vía, como en 2000. Ya sólo nos falta alguien menos inmovilista. El bueno.

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