La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Defender el Griego y el Latín

Me sumo desde aquí a las dieciocho asociaciones y plataformas de difusión de los Estudios Clásicos que han convocado hoy una concentración ante el Ministerio de Educación para manifestar su fundada preocupación por la precaria situación de las materias Latín, Cultura Clásica y sobre todo Griego en la ESO y el Bachillerato. En su comunicado afirman con sobrada razón y justificada alarma que "constituyen un elemento fundamental en la formación de nuestros estudiantes tanto por sus contenidos específicos, estrechamente unidos a nuestras lenguas y a nuestra cultura, como por los valores generales que transmiten de universalidad y humanismo, y como modelos políticos y filosóficos". Por ello -prosiguen- "la eliminación del itinerario de Humanidades en muchos institutos y colegios españoles tiene consecuencias devastadoras para nuestro sistema educativo… La desaparición del Griego -que tememos inminente si no se pone remedio- significará, inevitablemente, en un plazo breve, también la del Latín, cuya lengua y cultura están estrechamente unidas a las griegas y contribuyeron a su vez a otorgar al mundo griego el papel central que le correspondió en la Europa humanista, moderna y contemporánea (…) cuyos ideales de libertad, democracia, igualdad, mesura y respeto del ser humano tienen su origen en el mundo griego antiguo. Hoy toca defender el Griego como hace un par de años tocó defender la Filosofía".

Suscribo de la primera a la última palabra. Es urgente que los ciudadanos sean conscientes de la importancia que esto tiene en sus vidas. En la transmisión y pervivencia del legado humanista se juega Europa su futuro. No es una cuestión del pasado, sino del futuro. El griego y el latín no son lenguas muertas, sino lenguas madre. Y no sólo de las que actualmente hablan millones de seres humanos, también del legado clásico sobre el que, en unión al judeocristianismo, se han construido todos los valores que han salvado a Europa de lo peor de ella misma y le han permitido ser la cuna de la Declaración Universal de los Derechos Humanos proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en París el 10 de diciembre de 1948 gracias a un camino emprendido hace más de veinticinco siglos. Como tantas veces ha recordado George Steiner "nuestra herencia en Occidentes es la de Jerusalén, Atenas y Roma".

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