La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Dejadnos el jamón, gracias

Manifestarse contra el jamón califica gastronómica e intelectualmente a quien lo hace

Al principio uno está tentado de creer que nos afecta una pandemia de imbecilidad. Me refiero a los activistas animalistas que se manifestaron en Madrid contra el jamón coreando consignas como "¡no es jamón, es cerdo muerto!" o "¡asesinato y vergüenza!". Esto está cada día peor y no hay causa que no encuentre un tonto o majara que la siga, podría pensarse en un arranque de pesimismo. Y le daríamos la razón a la profesora Elvira Roca: "La cantidad y la competencia lingüística con la que un alumno termina hoy Bachillerato es poco más de la mitad de la capacidad si lo comparas con un alumno que acabó el Bachillerato en 1985. El ser humano construye su pensamiento con palabras. Si tienes pocas palabras, tienes pocos ladrillos. Tendrás menos palabras y elaborarás pensamientos más simples, menos sofisticados, menos complejos". A la vista de lo más leído, descargado, visto, seguido o votado -desde lo viral a los influencers pasando por Trump, Bolsonaro, Salvini, Le Pen o Iglesias, sin olvidar a los manifestantes contra el jamón- es difícil no caer en el pesimismo.

Pero no es cuestión de ennegrecer el presente. Hay otro punto de vista más positivo. Manifestarse contra el jamón, alertar a sus consumidores de que la patita del marrano no está viva y llamar asesinato al sacrificio de los animales califica gastronómica e intelectualmente a quien lo hace. Pero a la vez es una buena noticia que indica que, lejos de volvernos cada día más imbéciles, lo que somos es cada día más europeos. Y además de lo que para muchos de nosotros es lo mejorcito de Europa, por representar la mayor estabilidad democrática y el mayor civismo: la gran Inglaterra que, a diferencia del continente, no ha tolerado una dictadura desde 1660.

Cuando en los tan lejanos -¡ay!- finales de los 60 y principios de los 70 viajábamos mochila a cuestas de la España de Franco I El Exhumado a la Inglaterra de los Beatles nos llamaban poderosamente la atención los majaretas religiosos que iban por las calles exhibiendo pancartas que anunciaban el inminente fin del mundo y sobre todo la obligatoria visita al Speakers Corner donde desde 1872 quien lo desee puede discursear sobre lo que se le ocurra, citándose allí los más serios -Marx, Lenin, Orwell- y los más cabras locas pontificando sobre las cuestiones más extravagantes. Tomémonos así lo de la manifestación contra el jamón para no venirnos abajo.

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