Editorial

Delincuencia y minoría de edad

EL candidato popular, Mariano Rajoy, ha entrado en los últimos días en una cuestión que importa mucho a los españoles: la seguridad ciudadana. Después de su iniciativa de que los inmigrantes suscriban un firme compromiso de integración en la sociedad española y respeto a sus valores democráticos, Rajoy acaba de anunciar una nueva reforma penal en relación con la delincuencia de los menores de edad. La reforma está en línea con la promovida por el propio Partido Popular durante su etapa de gobierno y con otros gobiernos conservadores europeos, preocupados por la creciente conflictividad en las barriadas urbanas y los numerosos episodios criminales protagonizados por adolescentes. Propone, por un lado, aumentar las penas de los menores por delitos de especial gravedad y que causan una gran alarma social, justificadamente; por otro, bajar la edad penal hasta los 12 años, y finalmente, ingresar automáticamente en prisión a los menores que con delitos muy graves a sus espaldas hayan empezado a cumplir la sentencia en centros de internamiento y que cumplan los 18 años en esta situación (actualmente, este cambio es potestad del juez). Son medidas polémicas, puesto que los expertos todavía discuten sobre su eficacia y queda en pie la disyuntiva que la política de menores aún no ha resuelto: si ha de primar la reinserción social del delincuente menor de edad o si el castigo por su conducta ha de situarse por encima en ese delicado equilibrio en que se mueve cualquier ordenamiento penal. Si el dilema rehabilitación-sanción no está resuelto para toda clase de delincuentes, en el caso de los menores de edad aún resulta más difícil tener una respuesta adecuada y aceptable. Quizás haya que facultar a las instituciones relacionadas con los menores para obrar en cada caso concreto lo más conveniente. De todos modos, la iniciativa del candidato popular ha tenido la virtud de poner sobre la mesa un problema irresuelto y que más vale afrontar antes de que se agudice con el tiempo. El debate está abierto y es un asunto en el que nadie debe abstenerse.

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