La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

¿Demócratas?

Este Gobierno, madurando, madurando, penaliza a quienes divergen de su pensamiento

Ampliar la hipérbole con la palabra democracia, como a menudo hace el pedropablismo, queda chillón. Especialmente cuando el método lo usa quien tiene más tirria que devoción tolerante con la opinión del oponente. La democracia no es sólo ejercer el derecho de sufragio. A menudo se olvida que también es el derecho a opinar en aquellas leyes que conciernen a nuestra vida, pedir cuentas a quien no las da, señalar los atajos impropios de gobernantes, o ensanchar la independencia de la Justicia más que estrechar el acecho del gobierno a su jurisdicción. Una de las bases de la democracia es la separación de poderes, y el ejercicio de la libertad que procuran la Constitución y las leyes. O eso se tiene claro o se vuelve todo más oscuro.

El gobierno de Vladimir Pedro y Pablenin está resultando ser un hallazgo en eso de propagar eslóganes hueros. Pero al frotar esa "democracia" tuitera con su propia hemeroteca, el algodón no engaña. Se desdicen sabiendo cómo de frágil tenemos los votantes la memoria.

Sánchez, antes de imitar al gobierno polaco, alardeaba de que "el PSOE es peor si no garantiza la independencia judicial para el nombramiento de los jueces del CGPJ". Y mitineando por España se jactaba ufano criticando a Pablenin, ay campaña. Se choteaba de que el podemita prefiriera obsesionarse con exigir el control de policía, RTVE y la Justicia, antes que hablar de sanidad pública universal o demás recurrentes progresías de cada cuatro años. Hoy imitan al húngaro Orban y al polaco Duda, así, de pronto. Tras aquella perorata anti Pablo, se han declarado mutuo y sorprendente afecto, llevando al Congreso una proposición de ley para poder renovar el CGPJ sin contar con la oposición, y obviando informes técnicos que los contradigan. O conmigo o contra mí.

También para el debate de su enésima ley educativa, han votado en contra de que comparezcan en sede parlamentaria, a aportar opiniones para su redactado final, tanto los docentes como las AMPA, fundaciones, etc. Han vetado la comparecencia de la propia comunidad educativa a la que va destinada la ley. Es la primera vez que pasa en democracia. No quieren oír siquiera a quienes discrepan de que suspender y aprobar sean sinónimos. No tienen el oído para molestos ruidos, ni vergüenza para ejercer de buenos demócratas. Este Gobierno, madurando, madurando, penaliza a quienes divergen de su pensamiento. Más que debatir, amenaza, cuando no castiga, por opinar distinto. Democracia, dicen. Ya.

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