La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

Derecho a cagarla

Está bien que enarbolemos la bandera de la ética y de la honestidad, pero sin hipocresías ni sobredosis

Tenemos que decidir si queremos que los políticos vayan por la vida como seres tocados por los dioses -¿no sabe quién soy yo?- o se comporten como imperfectos mortales sometidos a las miserias y debilidades más mundanas. Incluidas las meteduras de pata.

Al alcalde de Granada lo han pillado aparcando su coche sobre la acera cuando hacía de padre a contrarreloj con las actividades de sus hijos. La Policía local no lo multó porque no lo vio (estaría bien que pidiera pagarla para dar ejemplo), pero el PP no ha tardado en convocar una rueda de prensa para denunciar su incivismo y pedir su dimisión. En plena Semana de la Movilidad, justo cuando el Ayuntamiento pedía un esfuerzo a las familias para no colapsar aún más el tráfico en el acceso a los colegios, un edil del PP -precisamente uno que en su día fue criticado por estacionar en una zona reservada para la tele municipal aprovechando su cargo- mostró a los periodistas la foto de la imprudencia.

No nos equivoquemos: los partidos no están volcados pensando en el adelanto electoral de las autonómicas; están perfecta y estratégicamente posicionados para las municipales. A nivel interno, ni el PP ni el PSOE cuenta con que Susana Díaz se descalabre, no entra en sus cálculos un sorpasso de Cs por la derecha y a la alianza de Podemos con IU le dan lo justo. Aunque todo influye, y las urnas andaluzas tendrán esa lectura extrapolada que todos los partidos rechazan públicamente mientras sus equipos la diseccionan hasta el infinito, donde los dos grandes partidos quieren medir el efecto de su renovación es en la escala local. Esa que sirve de catapulta para llegar a La Moncloa.

Y aquí es donde las contiendas se vuelven más encarnizadas y donde más fácilmente se pueden dinamitar las reglas del juego. En España no terminamos de aclararnos sobre si queremos parecernos a los estrictos sajones o seguir practicando la picaresca y laxitud de la Europa latina. O nos pasamos o no llegamos. Más aún cuando la separación entre lo público y lo privado nos sigue dando dolor de cabeza y fiscalizamos la gestión pública desplegando varias varas de medir.

El alcalde de Granada ha pedido disculpas públicamente por lo que, obviamente, fue un "error". ¡La ha cagado! Sí. Pero lo realmente alarmante es ver con normalidad que el PP tenga la foto de una equivocación ciudadana y la utilice como munición en la batalla pública. ¿Ya no hay límites? ¿Vecinos armados con sus teléfonos móviles al servicio de la causa? ¿Políticos dispuestos a todo por un sillón? Está bien que enarbolemos la bandera de la ética y de la honestidad pero sin hipocresías ni sobredosis.

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