Crónica Personal

El Día de la Mujer

Cualquier consideración que se haga hoy contraria al feminismo politizado y excluyente significa ser tachado de facha

Las mujeres que sufren discriminación, que cobran menos que sus compañeros en igualdad de condiciones laborales, sufren malos tratos por parte de sus parejas o se topan con una barrera cuando intentan conseguir trabajo en edad fértil no merecen que la fecha del 8 de marzo se haya politizado de tal manera que parece que sólo se defienden los derechos de la mujer desde la izquierda.

Una vez más se ha erigido en defensora única de las causas más nobles. Sin embargo, cualquiera que se tome la molestia de documentarse puede comprobar que también la derecha se ha ocupado de la mujer, aunque no ha tenido la inteligencia de explicar qué leyes y qué iniciativas aprobaron cuando fueron Gobierno.

Decir esto, escribir esto, significa echarse encima el mundo feminista, pero hace tiempo que algunas mujeres -y paso a la primera persona- que hemos peleado desde donde hemos podido por promover, ayudar o impulsar a la mujer, vivimos la decepción de comprobar que el feminismo radical de los últimos tiempos con frecuencia está más volcado en conseguir adeptos para opciones políticas muy concretas que en ocuparse seriamente de cuestiones que eran prioritarias para feministas de tiempos atrás. Esta periodista recuerda con frecuencia lo que le dijo en los años setenta Gloria Steinem, símbolo del feminismo y luchadora incansable, que le trasladó su preocupación porque advertía que un radicalismo incipiente empezaba a desdibujar lo que ella consideraba que debía ser un movimiento generalizado de lucha por los derechos de la mujer.

Cualquier consideración que se haga hoy contraria al feminismo politizado, y por tanto excluyente, significa ser tachado de facha. Cualquiera que levante la mano para decir que hay problemas más urgentes por resolver que la imposición del lenguaje inclusivo es llevado al paredón, cualquiera que haga una consideración crítica al llamado micromachismo y diga que hemos caído en el más absoluto de los ridículos suma papeletas para ser machacada en las redes sociales tan sabiamente instrumentalizadas. Y mientras se mira con lupa lo que se diga, escriba o comente por si no se atiene a lo políticamente correcto -para la izquierda-, millones de mujeres en España sueñan con que más allá del 8 de marzo se las tenga en cuenta para resolver sus problemas más graves en lugar de los que provocan más titulares. Por ejemplo, que con frecuencia sus hijos piden a los jueces y servicios sociales vivir con su padre porque cuenta con más medios económicos para darles mejor vida y hay jueces que les dan la razón. No hay peor solución para un problema que verse convertido en bandera política.

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