Diario de una cuarentena

La falta de formación para compras ante un apocalipsis sigue siendo un problema

Décimo primer día de cuarentena: ya son nueve meses y una semana sin mojar. ¿Qué otra cosa podía pasar? Estoy solo en casa. Confío en que esto sea como montar en bicicleta. Pero más a gusto que el vecino, que se refugió en de la de su novia y ya ha tenido la primera bronca. De momento, hoy tampoco moja. Y todo por empezar a sospechar que no es rubia. Parece que la idea de los italianos de prohibir las orgías no era tan descabellada. Aquí, los Mossos han detenido a ocho personas que se disponían a ponerse hasta el culo, o hasta donde ellos quisieran. Los denunció otra a la que invitaron y no le pareció un buen plan. La noticia omite si el aviso a la policía se lo dio en un control de carretera. Lo mejor es quedarse en casa con la oferta cultural gratuita que llega por WhatsApp. Pero con precaución. Amparado en los conciertos de famosos desde sus hogares, he recibido un mensaje con el "concierto de Leticia Sabater desde Marbella". Es ella realmente. De momento, me conformo con la disco de las ocho de la tarde, que después de alcanzar su cenit en forma de orquesta de pitos y tambores, ayer se quedó muda. Falló el pinchadiscos. Lo mismo no había discutido con su señora y quiso aprovechar para acabar entre aplausos. Pero como no avisó, gatillazo de la clac y caras mustias. Vuelta a la cocina. La falta de formación para compras ante un apocalipsis sigue siendo un problema. En Punta Umbría la policía ha detenido a otras dos por ir al súper solo por litronas y a una tercera, por patatas fritas. En su defensa debieron argumentar que se equivocaron al usar la App y preguntaron por "ir a comprar patatas fritas y cerveza, todo junto".

Vestidos de dinosaurios no los hubieran reconocido. La parte positiva es que los carritos de los súper se están revelando como las estructuras más sólidas creadas por el hombre. Superadas las pruebas de carga con montañas de rollos de papel higiénico, ahora se ensayan bajo el peso de docenas de latas de cerveza. Las compras de estos días se están revelando más inteligentes que las primeras. Sobre todo, después de comprobar que en un encierro bebes más veces que te limpias el culo. Tras escuchar la noticia de que Arehucas ha dejado de fabricar ron para ponerse a fabricar alcohol desinfectante, confío en que el gobierno aprenda de esta crisis y que vaya pidiendo los barriles de cerveza para cuando acabe. No vaya a ocurrir como con las mascarillas

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