NO está siendo una legislatura nada amable la que está viviendo Francisco de la Torre. Acosado por las continuas polémicas y sospechas de irregularidades en su equipo de gobierno, el caso de la concejal de El Palo que se autosubvencionó le ha vuelto a colocar ante un serio apuro. Y van demasiados. Por cierto, el silencio de Teresa López comienza a ser censurable e inexplicable. Igual de censurables que resultaron las explicaciones que la semana pasada dio De la Torre sobre el asunto. "Quizás ella no prestó atención [a un informe de incompatibilidad] porque era un punto que estaba más abajo". Toma ya. A partir de ahora los concejales tendrán la excusa de que no tienen que leer todo lo expuesto en un informe y sólo el enunciado. El caso, pese a que lo diga de De la Torre, no debería estar cerrado y muchos se preguntan por qué Manuel Marmolejo dimitió, tras previa invitación del alcalde, y Teresa López continúa al frente del distrito.

Más allá del caso concreto de la concejal, lo más alarmante es la sensación que se traslada a la opinión pública de cómo se gestiona el dinero público en esta ciudad. No es serio que ante la mayor crisis económica de los últimas décadas y ante la asfixia económica a la que se enfrentan cada mes miles de familias malagueñas, el dinero público se reparta con tanta alegría. Subvenciones para el belén de la Mosca (1.300 euros), cursos de gomaespuma (2.000 euros), cursos de Swarowski (486 euros)... Actividades todas ellas que pueden ser plausibles, pero no prioritarias en estos momentos. Puede resultar demagógico, pero el año pasado Bienestar Social tuvo muchos problemas para cuadrar sus cuentas para hacer frente a las peticiones de las familias más necesitadas. En estos tiempos se hace necesario controlar hasta el último euro de las arcas.