Que se lo digan a los parroquianos que ocupaban el sótano de la discoteca del centro de Málaga donde la noche del sábado pasado llovió por el orificio de las luminarias del techo y los retretes se disfrazaron de geiseres para devolver el agua que no era capaz de beberse el saneamiento esa noche de carnaval. El representante de la asociación de salas de fiestas y discotecas se ha quejado de que se les aguara la fiesta y no pudieran hacer su agosto esa noche de invierno. Nunca llueve a gusto de todos. Cuentan los cronistas que los clientes, después de que diluviara copiosamente en sus estómagos, hicieron de la necesidad virtud y afrontaron con desenfado la situación a los compases de La Virgen de la Cueva. Canción menos solemne que La Marsellesa que interpretó ayer la banda de la Legión en honor del presidente francés. Confiaban en que Dios aprieta pero no ahoga. Si la tromba de agua hubiera sido ayer al medio día, cuando el caos convertía el tráfico de la ciudad en el atasco de una caravana de refugiados, nos habríamos perdido el espectáculo del descerebrado que fregaba el suelo de calle Velázquez deslizándose sobre su barriga. En cambio, a la Legión la habría sustituido la banda del cuerpo de Infantería de Marina en lo alto de una zódiac y habríamos disfrutado de la respuesta de Rajoy ante la pregunta de Holland sobre si conocía el resultado de la batalla de Trafalgar. Para el presidente francés, semejante caos sólo se podría explicar como la recreación de una naumaquia representada a escala urbana en su honor.

Como pudo comprobar Noé, de las catástrofes bíblicas sólo te escapas si Dios te avisa con tiempo; y la Aemet no es divina. Quizás por eso y después de escuchar el segundo aviso en dos meses, desde el ayuntamiento se ha apresurado a anunciar que el plan para mejorar las infraestructuras de la ciudad estará en unos días. Como las próximas lluvias, que también caerán un día de estos. Otra cosa es que nos caigan los millones necesarios para acometer las obras proyectadas. Para facilitar el acontecimiento, sería bueno que todos los responsables públicos implicados trabajaran de forma conjunta, tanto en que lloviera el necesario maná, como en mantener a punto las infraestructuras existentes. Aunque parezca un milagro. Que llueva en Málaga, a veces también lo parece. Que sea de forma torrencial, va camino de ser de lo más normal. Confiemos en que mientras no se ahogue nadie.

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