Disneyland Málaga

Málaga vive del turismo y el turismo es una realidad encaminada a convertirla en una ciudad de fantasía

Este domingo, los vecinos de calle Pacífico quedaron bloqueados durante una hora por el paso de la media maratón del Campeonato del Mundo de Atletismo Máster. Denuncian que nadie los avisó. Solamente la sensibilidad de los agentes les permitió salir de sus garajes aprovechando el espacio brindado por los más rezagados de la carrera. A sus homólogos del centro les tocó la celebración del 75º aniversario de la hechura del Jesús de la Pollinica, que posesionó de 11:30 a 17:30. A las viviendas del centro hace tiempo que no se llega en coche y cada día es más difícil hacerlo andando. Málaga es un parque de atracciones en el que cualquier día hay un motivo de celebración. No ha pasado mucho desde que una concejala contertulia se quejase en directo porque los trabajadores de Limasa amenazaban con hacer coincidir su penúltima huelga con la Semana Santa. Se volverá a quejar, porque habrá más huelgas. Hace cuatro años se truncó el debate sobre cómo gestionar la basura. Las elecciones estaban a la vuelta de la esquina y no tocaba. Cuatro años después estamos en el mismo punto de partida, intenciones arriba o encuestas abajo. Esperando que los próximos comicios aporten una mayoría solida a uno de los modelos de gestión en disputa en la Casona del Parque. Se volverá a quejar, porque la queja de la concejala se contesta con una pregunta ¿cuándo no hay un festejo en Málaga? Navidad, Carnaval, Semana Santa, Festival de Cine, el verano, la feria, traslados o pruebas deportivas. Málaga es una fiesta continua a la que le falta muy poco para ser anunciada por los turoperadores con un "Venga usted a Málaga, algo se celebrará". La realidad supera la ficción, o al menos, los límites de la almendra. La solución a un programa de festejos que lleva años superando la capacidad de resistencia de los vecinos del Centro hasta expulsarlos de sus casas, empieza a no ser distribuirlos por el resto de la ciudad. A las quejas de los residentes en la avenida Plutarco, camino de hacerse un clásico, se sumaron ayer los de calle Pacífico.

Málaga vive del turismo y el turismo es una realidad encaminada a convertirla en una ciudad de fantasía. Como Disney. Pero a diferencia de cualquier parque, donde todo está reglado, aquí las cabalgatas aparecen sobre pedido. Sin que parezca que nadie se pare a pensar en la fiesta en su conjunto. Y su resaca. Lo que es fundamental para que no nos expulsen los invitados.

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