Postales desde el filo

Dividir

No sabemos hasta qué punto el apoyo del secesionismo a la investidura de Sánchez será un lastre para el PSOE

Se ha iniciado la precampaña y los equipos han elegido campo. Unos se han amontonados a la derecha, disputándose lo que hasta hace poco era territorio exclusivo del PP. A la izquierda quedan los habituales. El centro, ese espacio en el que antes todos querían situarse, parece por ahora bastante despejado. El manifiesto, firmado por los tres partidos de la derecha para la manifestación patriótica de la Plaza de Colón, es toda una declaración de intenciones en la que el centrista partido de Rivera, además de fotografiado, quedaba retratado. Parece que hayan malinterpretado al politólogo conservador francés Pierre Manent -del que tuve noticias a través de unos interesantes artículos que el profesor Arias Maldonado ha publicado en Revista de Libros- que habla del fanatismo del centro. Además de defender la paradoja de que Europa sólo puede basarse en naciones soberanas y fuertes. O lo que es lo mismo: la UE sólo será posible si se niega a sí misma. Sostiene que el centro ha dejado de ser el espacio virtuoso de la política para convertirse en el lugar donde se reparten carnets y se trazan cordones sanitarios. Afirmando que lo que queda fuera del mismo ya no es izquierda o derecha sino populismo moralmente desacreditado. Entre nosotros, Rivera, cuyo partido pretendía ser epítome del centrismo, abraza a la ultraderecha y sitúa a los socialistas fuera del eje constitucional, descreditándolos moral y políticamente. Para ello blanquea un partido abiertamente inconstitucional como Vox con el que mantiene una relación incestuosa.

Todo un despropósito ya que una cosa es la natural oposición a la discutible gestión que el gobierno ha hecho del problema independentista y otra, bien distinta, confundir la crítica en un panfleto cargado de insidias y mentiras, como el manifiesto de la Plaza de Colón o sus intervenciones parlamentarias. Lo cierto es que no hay mejor regalo para el independentismo que la defensa de la unidad de España sea instrumentalizada para dividir a los españoles. No sabemos hasta qué punto el apoyo del secesionismo a la investidura de Sánchez supondrá un lastre para el PSOE. En realidad, desde el punto de vista moral, ni yo ni probablemente muchos españoles logramos ver la diferencia entre aquellos apoyos y el de los parlamentarios de Vox a la Investidura del presidente andaluz. Si rechazamos el independentismo por querer romper España, también deberíamos hacerlo con los que quieren dividirla.

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