Al margen

Ramón Triviño

'Dream team'

PATEANDO la calle, de aquí para allá, se comienza a percibir lo que definió aquél como tensión electoral. La gente, los de a pie, se van implicando en la campaña y participando en ella de una u otra forma. Charlas de café, sobremesas familiares, copitas con los amigos. Un dato innegable, que lo confirma, son los millones de españoles que el pasado lunes se pegaron a la pequeña pantalla para seguir el celebrado cara a cara. Otros se lo toman más a pecho, lo de la participación y lo de la tensión. En el mercadillo de la barriada malagueña de Santa Paula, una señora abandonó su carrito en plena calle, con toda la compra del día, se arremangó y se fue directa a los pelos de otra señora que, momentos antes, había expresado una lindeza sobre la figura de Mariano Rajoy. Afortunadamente, la rápida intervención de los viandantes evitó que la trifulca llegara a mayores.

Quizá esta subida de la temperatura en el ambiente electoral, en algunas casos, subidón, se deba a que los candidatos están sabiendo jalear el patio. Ahí tenemos el ejemplo del equipo de senadores del Partido Popular, Joaquín Ramírez, Adela Utrera y Joaquín Villanova, que se han definido como el dream team, el equipo de los sueños (traducción para los no iniciados en la lengua de Shakespeare). Realmente, no sé si la cosa es para tanto, o es exceso de autoestima, aunque una anécdota protagonizada por la candidata del PP al Senado viene a indicarnos por donde van los tiros. Se celebraba un debate para los internos de la prisión provincial de Alhaurín de la Torre. La candidata socialista Ana Fuentes advirtió al auditorio de los peligros que suponía votar al PP por la posibilidad del retorno al Gobierno de la derecha más rancia. Le toca el turno a Adela Utrera, que se pone en pie, manos en alto, y pregunta a la concurrencia: ¿De verdad, creen que yo soy un peligro?. No es difícil imaginar lo que pasaría por la cabeza de los reclusos.

Sucedido que demuestra que no está nada mal concurrir a los comicios contando con el concurso de buenos diestros, que lo mismo capean un auténtico temporal, o son capaces de dar un buen muletazo a un bicho con cara de pocos amigos. De ahí que tanto las cocinas de campaña como la militancia reclamen para los actos electorales la presencia de primeros espadas, o aspirantes con talento. Esa podía ser la razón por la que Málaga contará hoy con la presencia de Felipe González, que últimamente está sembrao, y el sábado con la actuación estelar de Alberto Ruiz Gallardón. Dos nombres que seguro que ocuparán hueco en este diario de campaña.

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