Editorial

Dudas razonables con el tercer hospital

EL anuncio de la construcción de un nuevo centro hospitalario en Málaga realizado el miércoles por la consejera de Salud, María Jesús Montero, no deja de ser una buena noticia pese al innegable carácter preelectoral del mismo. Tras varios años de rechazo, la Consejería se ha rendido finalmente a la evidencia de que tanto en la provincia como en la capital son necesarios más equipamientos sanitarios, y atiende de esta forma la reivindicación de numerosos colectivos para la creación de un tercer hospital en Málaga. Este periódico ha apostado desde su inicio por esta demanda de la ciudad, justificada por el hecho incuestionable de que Málaga es la provincia andaluza con menos camas hospitalarias por cada 10.000 habitantes y por el insuficiente crecimiento de estos recursos -apenas cien camas en la última década- pese al espectacular aumento de la población. Aunque el proyecto puesto sobre la mesa por la máxima responsable sanitaria de la Junta incluye 90 consultas externas, un instituto de investigación biomédica y un centro de día de Salud Mental, no satisface sin embargo las necesidades mínimas de la capital malagueña en materia de camas hospitalarias, como ayer denunciaron el alcalde, los sindicatos y la oposición. Si difícilmente se puede considerar tercer hospital de la ciudad un centro con apenas 110 camas -la cuarta parte del tamaño medio de los hospitales públicos andaluces-, resulta del todo inaceptable que su construcción se haga a costa de descartar la reforma del hospital de Ciudad Jardín de la Cruz Roja, que lleva más de cinco años pendiente e iba a aportar 90 camas adicionales. Esto supondría que en realidad, el anuncio de la Consejería de Salud apenas añadiría 20 camas más a las ya proyectadas y prometidas en legislaturas anteriores. Un dato que no ayuda a disipar las sospechas de que en este anuncio de María Jesús Montero con la legislatura agotada ha podido pesar más la cercanía de las elecciones autonómicas que la obligación de dar respuesta real a la aspiración legítima de una ciudad.

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