Duelo oficial sin datos oficiales

Aunque sigan produciéndose ceses y dimisiones, la verdad numérica no podrá ocultarse nunca

Durante estos días se está discutiendo airadamente el hecho de la posible influencia de las concentraciones del 8M en los contagios de la pandemia. Cabría decir que es relativamente sencillo, para los que han estudiado una estadística básica, comprobar cómo y en qué proporción ha afectado este hecho.

Al leer los gráficos de las pirámides de población sabemos que, cuando a una cierta edad se produce un fuerte desequilibrio entre el numero de ciudadanos de diferentes sexos, debemos retrotraernos en la historia para analizar lo ocurrido. Habitualmente en Europa esta disminución se producía en hombres de avanzada edad de ciertos países. La explicación era bien sencilla: reflejaba el número de bajas en el frente durante la Segunda Guerra Mundial. En el caso de la pandemia del coronavirus en España hubo que esperar bastante para conocer datos sobre ingresos, fallecimientos y recuperaciones por sexos y edades. Podemos observar hoy como, en cada uno de los casos, las gráficas muestran una normalización de los datos, estando la media de edad concentrada en puntos similares tanto en hombres como en mujeres. Sin embargo, hay un dato que sorprende: desde el principio la curva de contagio de hombres y mujeres poseen un pico similar entre los 70 y 90 años, pero en el caso de las mujeres aparece un segundo pico aún mayor entre los 40 y 60 años.

Tratar de explicar por qué se produce en una gráfica una doble campana de Gauss es relativamente fácil: al comienzo se debió producir un hecho aislado que provocó un contagio masivo a mujeres entre 40 y 60 años, que ni el tiempo ni la ley de los grandes números ha podido aplanar. Es más, social y laboralmente, son el sector de la población que más se dedica al cuidado de sus mayores, ampliando con bastante seguridad sus efectos colaterales.

Por otra parte, el resto de los actos celebrados al principio de la pandemia no contaron con la exclusiva participación de hombres o mujeres, por lo que dificulta enormemente establecer sus efectos. De ahí que sea extraño escuchar a algunos científicos decir que es difícil conocer la repercusión de las manifestaciones, cuando los datos son meridianamente claros. El problema de las matemáticas es que son frías y no tienen ideología, y su nombre de ciencias exactas no lo recibe por casualidad. Mientras tanto, aunque sigan produciéndose ceses y dimisiones, la verdad numérica no podrá ocultarse nunca.

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